viernes, 22 de marzo de 2013

Setenta y dos.


Hoy os contaré una historia.
Yo una vez me enamoré. Me enamoré tanto, tanto, tanto que las canciones de amor se quedaban cortas. Me enamoré tanto, que no existía fuerza en el mundo que pudiera hacer que cambiara de opinión. Todo el mundo se enamora alguna vez. Y yo, yo me enamoré de él. Me enamoré de sus detalles, me enamoré de su sonrisa. Me enamoré de nuestras noches infinitas. De su magia. De su ternura. Me enamoré de tantas y tantas cosas que nunca lograré recordarlas todas. Me enamoré de sus manos, de sus besos en la playa. De nuestros planes de futuro. De nuestros viajes en coche. Me enamoré de cada día. De ese momento, en el que hasta la canción más bonita del mundo no podía compararse con nuestros besos, si en ese preciso instante yo hubiera cogido ese tren, supongo que las cosas habrían sido diferentes...
Pero debemos aprender que el amor, como todo, se agota. Algunos dicen que el amor es eterno, y yo no dudaría en decirle ahora mismo "te quiero". Porque lo quiero y lo querré siempre. Pero los besos ya no fueron iguales desde que se fue la primera vez. Y me enamoré de los pros y de los contras. Me enamoré de todo. Hasta que al final, me dolió tanto que nunca más volvería a enamorarme. Recuerdo todo lo mágico que fue. Cuando aparecía en mi cama con mil besos para darme. Y me decía lo bonita que era. Y me decía que me quería y que siempre, siempre estaríamos juntos.
La vida dio como mil vueltas. Y ahora desde aquí, recuerdo la parte bonita de nuestro amor, que el mundo ya tiene muchas cosas feas como para recordar también la parte mala de la historia. En la que me vuelvo egoísta. En la que él me olvida primero. Luego yo lo quiero. Luego yo lo olvido y él me quiere. Luego ya no siento sus besos y vuelvo a planear mi mundo quitando la palabra amor. Ay amor, cuánto te quise. Cuánto nos quisimos. Pero la vida cambia y te sorprende, como dicen muchos. Y ahora busco amor por los bares, aunque no lo pueda llamar amor. Lo busco y no lo encuentro.
Pero no quiero amor. Porque amor, ya tuve de sobra. Y os cuento esta historia porque enamorarse es muy bonito. Y yo lo hice. Y ahora tengo una vida casi nueva. Pero mi historia está aquí conmigo, aunque ya haya sido escrita y pueda escribir miles de historias nuevas. Pero hay cuentos que nunca se olvidan. Y este, es uno de ellos.

La chica de los gatos.

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