lunes, 30 de septiembre de 2013

Doscientos setenta y tres.


No inventes, no robes, no engañes, no bebas. Pero si has de inventar, inventa un mundo mejor; si has de robar, procura que sea un corazón; si has de engañar, engaña a la muerte; y si has de beber, bébete los momentos de felicidad inolvidable.

La chica de los gatos.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Doscientos setenta y dos.


Te mueres por unos mimos. Por un plan de lunes por la tarde. De besos sombríos a la luz del sol. Aunque sea de puntillas por la ventana. Aunque se haga de noche después. Te mueres. Y lo sabes. Lo dicen esos ojos verdes que tienes. Pero como eres muy Chuck Bass, te haces el difícil. Y yo, sigo en mi línea. Y todo me da igual. 
Y si dices "venga", yo digo "vale".

La chica de los gatos.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Doscientos setenta y uno.


Mirar la vida a la cara. Siempre hay que mirarla a la cara, y conocerla por lo que es. Así podrás entenderla, quererla por lo que es y luego guardarla dentro. Guardaré los años que compartimos. Guardaré esos sueños siempre... y el amor siempre... y las horas.

La chica de los gatos.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Doscientos setenta.


En el fondo, a todos nos gusta pensar que somos fuertes. Que vamos a poder con todo lo que nos venga encima, que pudimos con lo de ayer y que podremos también con lo de mañana. Pero más en el fondo, todos sabemos que eso no es verdad. Porque ser fuerte no consiste en ponerse una armadura antirrobo, ni en esconderse detrás de un disfraz; ser fuerte consiste en asimilarlo. En asimilar el dolor y en digerirlo, y eso no se consigue de un día para otro, se consigue con el tiempo. Pero como por naturaleza solemos ser impacientes y no nos gusta esperar, escogemos el camino corto. Escogemos el camino de sonreír delante del espejo y salir a la calle pisando fuerte, para que nadie note que en realidad, lo que nos pasa de verdad, es que estamos rotos por dentro. Tan rotos que ocupamos nuestro tiempo con cualquier estupidez con tal de no pensar en ello, porque el simple hecho de pensarlo hace que duela...
Pero a veces, bueno... a veces tienes que darte a ti mismo permiso para no ser fuerte, bajar la guardia y darte una tregua. Está bien bajar la guardia de vez en cuando. No queremos hacerlo porque eso supone tener un día triste, uno de esos viernes que saben a domingo, un día de esos que duelen, de recordar y echar de menos. A los que ya no están, y a los que están, pero lejos. Sin embargo, hay momentos que es lo mejor que puedes hacer: darte una tregua. Poner tu lista de reproducción favorita, tumbarte en la cama, y llorar. Llorar todo lo que haga falta. Eso no nos hace menos fuertes; eso es lo que nos hace humanos.

La chica de los gatos.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y nueve.


Bajo este cielo de papel azul, diciendo adiós a lo que queda de verano, no puedo evitar pensar que tal vez, sólo tal vez, hayamos encontrado por fin la ecuación de la felicidad. No una felicidad permanente, sino de aves migratorias que cada cierto tiempo saben que habrá que dar paso a otro cielo, a un invierno necesario, porque así sucede con las cosas naturales. Lo otro son cuentos, anestesia para hombres estúpidos que no entienden que el dolor es la antesala de la sabiduría y que todo, todo es un juego de contrarios.
Mi madre habla de usar el pasado, no como sofá sino como trampolín; y hasta esta playa callada nos ha llegado el impulso que tomamos cuando los pies notaron el fondo... Es sólo un momento en la eternidad, un disparo en medio de una guerra de cien años, pero hoy la vida nos sienta bien. Ahora veo tus sandalias descansando ya en la arena, y mi mala suerte preguntando por otro lugar donde instalarse. Hasta aquí hemos llegado amigo mío, y aunque sabemos que vendrán algunos desengaños y que nosotros también haremos daño, ambos también sabemos que hay historias de amor que realmente funcionan, aunque haga mucho que no lo veamos, aunque nos lleve la vida entera volverlo a ver...
El pasado es sólo un entrenamiento y no lo vamos a usar como sofá. Cualquier día de estos servirá de trampolín hasta esa historia que en algún lugar nos espera...

La chica de los gatos.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y ocho.


Los que olvidan el pasado, están condenados a repetirlo. A veces no puedes dejar marchar al pasado, y a veces haríamos cualquier cosa por olvidarlo... y a veces aprendemos algo nuevo del pasado que cambia todo lo que sabemos del presente.

La chica de los gatos.

martes, 24 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y siete.


Cuando él se fue, Nené aparentó normalidad, y se quedó sentada en el suelo de la cocina con sus puzzles de mi piezas, como era habitual. A veces iba a visitarle con un batido de coco muy rico que hacían en la cafetería de la esquina y que a ella normalmente le ponía contenta. Cuando me abría la puerta y veía mi regalo hacía un esfuerzo sobrenatural por fingir una sonrisa, y se iba sin decirme una palabra al sofá, a beberse todo el batido mientras saludaba a las nubes que estaban de paso intentando buscar alguna que tuviera forma de cervatillo. Sé que hacía lo mismo con él, y que entonces tenía más suerte... quizá por eso a veces se le escurría alguna lágrima y me decía que estaba cansada de que se le metieran cosas en el ojo.
Desde que él se marchó me dice que aunque le duele el estómago de vez en cuando, está bien... que se entretiene cambiando el color de las paredes y que el batido que le llevo le sabe más delicioso cada día. Pero nada de esto me cuadra, porque cuando me habla sus ojos y sus palabras parecen enfadadas, como si estuvieran en desacuerdo. Pensándolo bien, últimamente cuando me invita a desayunar se olvida del cacao en la leche, ya no se suelta el pelo y tampoco me deja que le acaricie los pómulos con el dedo meñique, porque cuando lo hago siempre se levanta diciendo que se le ha olvidado sacar algo del horno. El otro día le pregunté donde se habían metido sus hoyuelos, que hacía mucho que no los veía... y me respondió que no lo sabía muy bien, que creía que estaban de vacaciones pero que seguro volverían pronto (aunque a mí me da que fue ella misma quien los echó de casa por nostalgia).
Echo de menos que se ponga su falda de alto vuelo y vayamos a jugar a los helicópteros, o que cuando llueva se empeñe en que subamos a la azotea a mojarnos los lunares... Sé que Nené está muy triste, porque la conozco bien y me sé de memoria el código Morse de sus latidos... A veces cuando consigo que se quede dormida intento dejar de respirar un momento para escucharlos bien... y no paran de llorar y pedirme abrazos.

La chica de los gatos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y seis.


Yo no quiero volver a caminar en dirección contraria a la belleza, ni que en mi mesa se sirva el agua amarga del conformismo, ni quiero desescombro. Yo no quiero devolverle su oficio a la impaciencia, ni ponerle sordina a los errores. Yo no quiero quedarme colgada de un "mañana ya veremos", como quien espera en agosto un boomerang que fue lanzado con el abrigo puesto. Yo no quiero volver a presentarme a las elecciones de tu boca. No me hace feliz el escaño de la incertidumbre. No cuentes conmigo cuando se te pase por la cabeza la idea de que lo importante es sentir mucho en lugar de querer bien. Yo no quiero eso... Así que, por favor, no vuelvas a llamarme.

La chica de los gatos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y cinco.


Escribo obsesiones en noches largas. En las que daría lo que fuera por encontrarte otra noche y no dejarte ir. En las que convertiría tus ebrias miradas en terremotos. Escribo besos lentos que aún no me han dado. De los que tu suspicacia me devolverá algún día. Uno a uno todos los que prometimos. Escribo noches de Julio. Escribo de obsesiones en general y de ti en particular. Escribo sobre cosas que nunca te he dicho.
Sabes que me muero por ti desde que te conocí. Y puede que mañana me rinda y me olvide de ti. Sabes que me sacas de quicio y que te encanto. O algún día, no hace mucho, te encanté. Escribo sobre ti. Y tú lo sabes.
Bésame ya, que es cuando me apetece. No quiero esperar y rendirme. Aunque seas un prototipo de hombre complicado y "aburrido". Esto me hace pensar que no eres difícil, sólo que ya se me pasó la oportunidad de seducirte. A veces pienso que ya va siendo hora de aterrizar. ¿Tú qué crees?

La chica de los gatos.

Doscientos sesenta y cuatro.


A veces me acuerdo de ti, roto por dentro y hermoso por fuera, como aquellas mañanas en las que nada hacía presagiar que todo acabaría resumido en las tristes líneas de un poema... Tu espalda sigue siendo un jirón de nube, pero ya nunca desemboca entre el algodón de las sábanas de Ikea, que años antes se aprendieron de memoria nuestros cuerpos...
Mi risa es sólo un tachón que aparece de vez en cuando, cuando con unas botellas de vino me junto con algunos amigos para decir cosas preciosas sobre ti o maldecirte. El final siempre es doloroso, y siempre es más doloroso para uno que para el otro: adivina qué papel me tocó a mi.

La chica de los gatos.

Doscientos sesenta y tres.


La Real Academia define la palabra "imposible" como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder, y define "improbable" como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente. Puestos a escoger a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo supongo. La improbabilidad duele menos y deja un resquicio de esperanza, a la épica. Que David ganara a Goliat, era improbable, pero sucedió. Un afroamericano habitando la Casablanca, era improbable pero sucedió. Que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos, era improbable, pero también sucedió. Nadal desbancando del número uno a Federer. Una periodista convertida en princesa. El 12-1 contra Malta.
El amor, las relaciones, los sentimientos, no se fundan en una razón prudente. Por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores IMPROBABLES. Porque lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase... es que puede pasar. Y mientras haya una posibilidad, MEDIA POSIBILIDAD entre mil millones de que pase... vale la pena intentarlo.

La chica de los gatos.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y dos.


Verás, cuando llegaron mis 60 segundos me di cuenta de que ya tenía todo lo que quería, pero nada de lo que necesitaba. Y creo que lo que necesito está aquí. He recorrido todo este camino, para comprobar si tú piensas igual porque si es así... la verdad no tengo nada planeado y es algo nuevo para mí. Así que tengo que hacerte una propuesta: Te propongo que no hagamos planes. Te propongo que nos demos una oportunidad.
Y dejemos que evolucione por si solo. Bueno, ¿Qué me dices? ¿Quieres no hacer planes conmigo?

La chica de los gatos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta y uno.


Lá se mira en el espejo. Está completamente desnuda, y sonríe de auténtica satisfacción. Se observa y explora cada rincón de su cuerpo como si fuera la primera vez que lo ve. Nunca se había sentido tan guapa, y tampoco tan libre. Él no supo valorar aquello, pero a quién le importa eso ahora. Nadie juzga. Solo está ella, en completo silencio y en paz consigo misma... Olvida sus imperfecciones, las deja a un lado por un rato. Se muerde los labios y gime despacio. Se acaricia, y es pura belleza. Se quiere por encima de todas las cosas, y se desea con una fuerza sobrehumana. Ahí está ella. Haciéndose el amor a si misma, como no se lo habían hecho en la vida.

La chica de los gatos.

martes, 17 de septiembre de 2013

Doscientos sesenta.


Querido Jordan:
Esta es la historia de la primera y la última vez que estuve enamorada. De el hermoso, complicado, fascinante hombre que envuelve mi alma. Estoy muy segura de que me dejarás mañana, por eso voy a decirlo mientras pueda. Si estamos juntos o separados, siempre serás el hombre de mi vida. A la única mujer al que envidiaré será al que tenga tu corazón porque siempre creeré que estoy destinada a ser yo. Si no volvemos a vernos, si un día estás caminando y sientes una presencia a tu lado, esa seré yo... amándote donde sea que esté.

La chica de los gatos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y nueve.


La luz se despreocupaba del resto y se centraba en hacer centellear sus pecas. Cuando hablo de sus pecas me entra hambre... parecen virutas de chocolate repartidas por su cuerpo (en especial por su espalda) formando constelaciones. Constelaciones de chocolate.
Solía mirar desde el otro lado de la cocina como desayunaba su cuenco de cereales, tan puramente él... con el pelo revuelto y sin un gramo de vergüenza. Él no me creía, pero así lo encontraba más devorable, y cuando se lo decía hacía estallar su risa de leche. Cuando pasaba por mi lado movía el aire y me llegaba su olor a manzanas horneadas. Me lo habría comido de un bocado allí mismo, después de haberlo untado en mermelada y mojado en cola cao, sobre la encimera o contra la nevera. (Habría jugado a los cosmonautas en su espalda el domingo entero).

La chica de los gatos.

Doscientos cincuenta y ocho.


Porque me llamas la atención más que ninguno, porque sabes decir "dame un beso" con los ojos, porque eres diferente a los demás y no tienes que fingirlo. Por ser tan complicado. Por sacar temas que nadie sacaría, por grabarte en mi memoria inevitablemente. Por ser mi propio record. Porque eres natural y dices lo que piensas, porque siempre tienes un "pero" para todo, porque eres un misterio. Porque me encanta aprender a sobrellevarte, cosa que no es fácil. Porque cada día me enseñas algo nuevo. Porque cuando te quedas callado podría comerte, pero si sonríes podría quedarme horas observándote. Porque rompes con todos los tópicos y eres algo totalmente nuevo para mi. Porque no eres como pareces ser, y tienes doble personalidad. O simplemente porque no puedo rendirme contigo, porque lo tengo tan claro. Porque haces que todos se olviden del paisaje. Porque siempre llegas tarde. Porque cuando apareces todos se giran y yo no miro, y tú me miras a mi. Porque haces de cualquier sitio nuestro escondite, porque eres el punto entre las rayas, y la raya entre los puntos. Muchos hablan de ti como alguien genial, y otros muchos te envidian. Porque tienes ese nosequé en nosedonde que es inimitable para ellos. Porque eres así, y eres para mi.

La chica de los gatos.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y siete.


Tú y yo nos conocimos porque estábamos hechos para querernos una tarde. Porque tu brazo encajaba perfectamente en mi hombro. Porque nuestros pasos quedaban muy bien en el Otoño de Madrid. Y lo más normal era que un día te encontrara y me obsesionara por ti. Por eso, nunca me faltaron sueños. Ni ilusión. Alguna vez pensé en rendirme. Pero cuando llegaba uno de esos días, me hablabas de películas y besos. Y entonces volvía a llover en algún concierto. O me hacía la dura en algún sofá. Pero sabía que tú y yo estábamos hechos para rozarnos, como solíamos planear. Y aunque me cueste convencerte. Y aunque besemos otras bocas, mientras te decides. Seguirán pasando los días con ganas de verte por alguna calle perdida. Y date dos besos, y preguntarte qué tal te va. Y preguntarme si piensas tanto en mi, como yo pienso en ti.

La chica de los gatos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y seis.


Hicimos el amor muchas noches. Y muchas mañanas. Y muchas tardes. Teníamos tanta magia que parecía gastarse en un polvo. Lo nuestro fue intemporal. Tuvimos segundas partes. E incluso terceras. Tuvimos de todo mientras éramos uno. Pero ya, no hacíamos el amor. Ya, no nos queríamos. Hubiera matado monstruos por ti, como dice la canción. Me hubiera muerto yo, por un beso tuyo hace mucho tiempo. Pero el tiempo pasa. Y con él, la distancia. Y te veo. Te abrazo. Pero no me sale besarte. Y ahora no sé en lo que me habré convertido, qué dices que soy... Pero me va el juego. Lo que menos se parezca al amor. Me va lo de quiéreme un ratito, y si eso después me voy.

La chica de los gatos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y cinco.


El error es mirar lo de ayer con ojos de hoy, querer que las cosas vuelvan a ser igual cuando tú ya no eres el mismo, como si se pudieran reciclar los suspiros o dar un mismo beso por segunda vez. Los mudos no gritan, los sordos no ven la música, con las cinco letras que se escribe "tarde" no puedes escribir "AHORA", el amor que se fue, ese ya nunca vuelve.

La chica de los gatos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y cuatro.


Y es que entre poesía se me dan mejor las calles, los sombreros, los apuntes y las historias sin acabar. Qué más da, si al final todo va a ser para mi como yo lo escriba y para ti lo que quieras entender. Mi 0,3% es la poesía y me da igual cuanto intente evitarlo. La poesía es pasarse ocho putas horas al día currando, la poesía es que te duelan todos los músculos después de cargar cajas, pasar dos semanas trabajando sin salir de casa, pudrirte, mear, quejarte, follar, mentir, hacer un bizcocho de chocolate, limpiar los meados de tu perro y fregar los platos.
Hoy mis orgasmos sólo siguen éstas líneas. Si quieres saber más, te lo cuento. Pero me preguntas al oído, y te lo susurro en los labios.

La chica de los gatos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y tres.


Lo que menos me gusta de echar de menos a alguien es que funciona a rachas. A días. Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo intentes. Escuece. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca. Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia.
¿He dicho que duele? Duele. Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar. Porque a veces, como dice Joaquin Sabina, hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos. ¿Pero sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, te lo prometo.

La chica de los gatos.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Doscientos cincuenta y dos.


Porque me miento cada día cuando digo que ya no te quiero. Porque aunque ya no me duelas, a veces busco tu nombre en donde sea. Porque aún no vino el olvido para llevarse tus palabras. Por los besos que aún me quedan en la boca, por las miles de palabras que nos dijimos. Porque fuimos lo que fuimos, porque fuimos lo que fuimos... porque, puesto a confesarte, aún le tengo miedo a tenerte delante. Porque no sabes la de noches que pensé en presentarme en tu portal, todavía recuerdo donde vives... Porque en cuanto me descuido me atropella algún recuerdo en el pasillo. Porque no puedo negarte que te quise sin querer, y más que a nadie.

La chica de los gatos.

Doscientos cincuenta y uno.


Nadie elige ser un friki. La mayoría de la gente no se da cuenta de que son frikis hasta que es demasiado tarde para cambiarlo. Pero no importa cuan rarito termines siendo... Lo más probable es que haya alguien ahí fuera para ti. A menos, que claro, ya hayan pasado página; porque cuando se trata de amor, incluso los raritos no pueden esperar para siempre

La chica de los gatos.

Doscientos cincuenta.


Mira, si quieres déjame, pero no te eches más ese perfume a sueños rotos. ¿Cuándo vas a darte cuenta de que el pasado no es quien te besa la boca por la noche? Ya va siendo hora de sentar en el banquillo al maldito desengaño y que me digas lo que callas, eso que gritas en silencio. Los amores impares sólo llenan la casa de fantasmas, borrando el azúcar de los labios. Y a ti te la han colado.
¿Acaso existe edulcorante cuando viene la amargura, cuando la tristeza se empeña en salir en la foto, en aparecer donde no hay por qué? Todos te lo advierten y tú no te enteras, pero mordiste el anzuelo de los veranos perdidos y, andando con un pie en cada continente, aquel Junio se partió por la mitad. No sé que hacer, si borrarme por dentro para volver a empezar otra vez, para mirarme como ayer. ¿No creerás que me rindo tan fácilmente, no?

La chica de los gatos.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y nueve.


Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, SE DESNUDAN. Se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se adormecen. DESPIERTAN, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan. Se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan. Fallecen. Se reintegran. Se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean. SE JUNTAN. Desfallecen.
Se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan. Se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, SE ATORNILLAN, se desmayan. Reviven. Resplandecen. Se contemplan, se inflaman, SE ENLOQUECEN, se derriten, se sueldan, se desgarran, se muerden, se asesinan. Resucitan. Se buscan, se refriegan, se rehuyen, se evaden y SE ENTREGAN.

La chica de los gatos.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y ocho.


-Me gusta esa sensación.
-¿La de volverse estúpida?
-No, bueno, en parte; me gusta ser consciente de ello.
-Sino te explicas, no te entiendo.
-No sé muy bien como explicártelo, pero es como si lo viera todo desde fuera y a la vez lo viviera en primera persona. Soy consciente de que quiero pasar tiempo con él, quiero que me mire solo a mi. Es algo así como un egoísmo compulsivo por su parte, que gire en torno a mi.
-Vale, me he perdido... ¿de quién hablamos?
-No lo conoces. ni siquiera yo sé si le conozco del todo bien para poder dar este paso.
-¿Qué paso, ni que mierda? ¡Cómo si fueras a casarte con él!
-Sabes ese cosquilleo que recorre tu espalda, cuando sientes que alguien te está observando, levantas la vista, y te sorprende cómo inconscientemente vuestras miradas se han encontrado. Soy incapaz de tranquilizarme si él no me coge de la mano; hace que todo parezca sumamente pequeño, como si él fuera a solucionarlo todo. Me duermo en minutos, si se dedica a darme besos en saltitos por mi ombligo, y por alguna extraña razón, me pongo contentísima si le veo aparecer cuando no me lo esperaba...
-Me parece todo super-mega-hiper romántico, si te esperas dos segundos, que voy a vomitar, buuaagh, vale, ya.
-Eres un encanto.
-Ya lo sé, querida.
-Me siento vulnerable, todo esto no tiene sentido, es tan...
-Mágico, todo precioso, sisi. Solo hay una cosa que no entiendo cariño...
-Dime.
-Si tan vulnerable estás, si tan desprotegida te sientes, si tanto te gustaba... ¿por qué te dio uno de tus trastornos bipolares y no te importó que el se fuera con ella? ¿Por qué diablos te empeñas en que todo el mundo sea feliz menos tú?

La chica de los gatos.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y siete.


¿Has empezado a pensar alguna vez en algo que te disgustara y cuanto más pensabas en ello peor te parecía? Esto es porque cuando mantienes un pensamiento la ley de la atracción inmediatamente atrae a más pensamientos semejantes.
En cuestión de minutos generas tantos pensamientos semejantes de infelicidad que la situación parece empeorar. Cuanto más piensas en ello, peor te sientes.
Puede que hayas experimentado lo que es atraer pensamientos semejantes al escuchar una canción y luego no poder sacártela de la mente. La canción seguía sonando en tu cabeza. Cuando la escuchabas, aunque no te dieras cuenta, le estabas prestando toda tu atención y enfocándote en ella. Al hacerlo, estabas atrayendo con fuerza más pensamientos semejantes a los de esa canción y la ley de la atracción empezó a actuar aportando incesantemente pensamientos afines.
La única razón por la que las personas no tienen lo que quieren es porque piensan más en lo que no quieren que en lo que quieren. Escucha tus pensamientos y tus palabras. La gente mantiene viva la enfermedad al pensar, hablar, actuar y enfocarte predominantemente en lo que "no quiere".
Tu vida está en tus manos. No importa dónde estés ahora ni lo que te haya sucedido, puedes empezar a elegir conscientemente tus pensamientos y a cambiar tu vida. No hay situaciones sin esperanza. ¡Todas las circunstancias de tu vida pueden cambiar!
Tienes que escoger lo que quieres, pero has de tenerlo muy claro. Éste es tu trabajo. Si no lo tienes claro, la ley de la atracción no podrá concedértelo. Enviarás una frecuencia confusa que sólo atraerá resultados confusos. Quizá por primera vez en tu vida, intenta descubrir qué es lo que realmente quieres. Ahora que sabes que puedes tenerlo, serlo o hacerlo y que sabes que no hay límites, ¿qué es lo que deseas?
Pedir es el primer paso en el Proceso Creativo, así que conviértelo en un hábito. Si has de elegir y no sabes qué, ¡pide que se te aclaren las ideas! Nunca debes dejar que nada te frene en tu vida. ¡Simplemente pide!
Debes creer en lo que has recibido. Has de saber que lo que quieres ya es tuyo en el momento en que lo pides. Debes tener una fe total y absoluta.
Cómo sucederá, cómo se las arreglará el universo, no es cosa tuya. Déjale hacer su trabajo. Cuando intentas averiguar cómo sucederá, emites una frecuencia de falta de fe, de que no te crees que ya lo tienes. Crees que eres tú quien ha de hacerlo y no te crees que el universo lo hará por ti. El cómo no es cosa tuya en el Proceso Creativo. 
Confía en el universo. Confía, cree y ten fe.

La chica de los gatos.

martes, 3 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y seis.


Estoy segura, en las ciudades grandes se ve pasar el tiempo, pero de puntillas, por encima de las luces, de los tejados de las casas, por encima de los lunes y de los martes y de los días de fiesta... Perdemos el Norte la mayoría de las veces, perdemos el tren, el autobús y vemos salir aviones que parece que no van a volver nunca... No te vayas a dormir esperando encontrar lo que buscas si ni siquiera sabes lo que es... En esta ciudad, lo que es, casi nunca es lo que parece, y lo bueno es que todos seguimos respirando y comiendo y andando como si nada, por mucho que se rompan los platos, se inunden las calles o te vayas. Yo solo quiero rozarte un martes cualquiera y que te vuelvas a mirar, y que luego cada uno siga su camino hasta que tengamos que encontrarnos. Lo leí una vez: "tantos sitios a los que ir, pero ninguno donde quedarse".
Subo, bajo. Voy y vengo. Al final todo el mundo vuelve. Dentro de unos años no importa, porque voy a seguir siendo yo y tú vas a seguir siendo tú, incluso más. Seguro que también vas por los bares esperando encontrarte conmigo. Una vez conocí a un chico que había decidido besar en todas partes menos en la boca, como que el que decide fumar solo Camel en vez de Malboro, o no volver nunca a un sitio... Es raro lo del tiempo, porque te hace acostumbrarte a las cosas, a los gestos... Al final por mucho que pese, también te acostumbras a que la gente se vaya y parece que todo se te escapa de las manos... Si lo piensas, dan ganas de salir corriendo. Así es como funciona todo ¿no? Eres joven hasta que no lo eres. Quieres, hasta que dejas de hacerlo... Lo intentas y lo intentas pero al final, te ríes hasta que lloras, lloras hasta que terminas riéndote a carcajadas, y mientras, claro, el mundo gira...
Tampoco espero encontrarte cuanto antes, solo quiero andar... ¿Sabes? yo también habría visto 43 puestas de sol contigo... Déjame que me pierda, que te use, encuéntrame aunque sea a destiempo, eso es lo que mejor se nos da, nunca cuando tiene que ser... En mis cuentos la princesa era feliz a ratos, pero comía siempre perdices, fuera o no fuera azul el príncipe. Deberían enseñar a reírse más en el colegio. Deberían aprender a enseñar como se quiere para siempre. A no quedarse quieto si no se sabe a donde ir. Deberías volver. Voy a correr hacia atrás, como cuando rebobinas una frase que te gusta de cualquier película para escucharla otra vez, y voy a llorar tranquilamente comiendo palomitas si me da la gana. No pienso contar hasta diez si quiero gritar...

La chica de los gatos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y cinco.


A veces suceden cosas en la vida, cosas inesperadas, bonitas pero temibles por lo buenas que pueden ser. Sientes miedo, miedo a equivocarte, a tomar la decisión incorrecta, a enamorarte demasiado del momento que estás viviendo.
Pero no temas, no pares, no te rindas, porque la vida está para vivirla en cada momento, así que disfruta del presente y no le temas al futuro. Un futuro que debe de estar cargado de experiencias, y no importa si el resultado es bueno o malo, sino lo que aprendes de ellas cuando acaban, los recuerdos que te dejan y los buenos momentos que has pasado viviéndolas.
Y eso es lo verdaderamente importante, ya que no hay día más perdido que aquel en el que no hemos reído. Recuerda que es de héroes sonreír cuando el corazón llora. Y lo que debes saber es que si luchas puedes perder, pero si no luchas ya estás perdido.

La chica de los gatos.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Doscientos cuarenta y cuatro.


Tengo la sospecha de que cuando me dé la vuelta ya no estarás. Que cuando quiera irme tú no sujetarás mi mano diciéndome que me quede a tu lado, tengo esa sospecha desde hace un tiempo. No tengo ni idea de lo que haré mañana, ni pasado... no sé lo que quiero en un futuro, ni sé lo que quiero dentro de un mes, pero sé que quiero estar contigo. Con una porción de segundo soy feliz, con migajas tuyas yo puedo comer durante un buen tiempo, pero no te das cuenta, o es que quizás yo no me esfuerzo demasiado para que te des cuenta.
No soy igual a los demás, soy la persona más rara que te puedas encontrar, pero soy así, y sé que no te gustan mis defectos y que te gustan mis virtudes, mis tonterías... Lo sé porque puedo ver tu cara de tonto cuando me miras, lo sé porque noto como te ríes cuando hago o digo algo gracioso. Quizás esté equivocada y en realidad piensas en mi, en realidad me quieres aunque sea un poco, pero algo me quieres y con eso soy feliz... Solo me conformo con 5 minutos de tu amor, y 5 minutos más y luego otros 5...

La chica de los gatos.