martes, 5 de marzo de 2013

Cincuenta y dos.


No tengo los ojos azules, sino marrones. Soy incapaz de estarme quieta, hablo mucho y me enfado deprisa. Lloro por cosas inútiles y me doy cuenta tarde. Escribo frases en cualquier hueco que vea, cosas importantes para acordarme de ellas o cosas insignificantes. Con el tiempo te darás cuenta de que soy algo caprichosa y borde, para que negarlo. Soy algo vergonzosa, bueno, depende de la situación. Escribo siempre en la arena cuando voy a la playa, y la cojo y la dejo caer lentamente, quizás sea por el hecho de que todo tarde o temprano se acaba. Soy de las que cuando tienen un día malo lo pagan con la persona equivocada. De las que cuando están mal y dicen "quiero estar sola" lo que de verdad quieren es que estén a su lado. De las que van con el miedo a fallar por dentro, pero aún así se entregan al máximo. De las que escriben su nombre en los cristales empañados y luego lo borran. De las que no se entienden ni ellas, pero saben lo que quieren. De las que son capaces de dejarte sin respiración con la risa en tus peores días. De las que les entra la risa tonta en momentos serios. De las que les encanta hablar con sus amigas y llegan tarde a casa porque se entretienen demasiado por el camino. De las que odian a los pajaritos. De las que buscan magia en las palabras. De las que la música las transporta. De las que siempre encuentra una cosa buena en cada persona y miles de defectos. Der las que eso de disimular no se les da bien. De las que se pasan la vida comprando ropa, sabiendo que los mejores momentos se pasan sin ella. De las que siempre se preguntan el por qué de las cosas. De las que tropiezan mil veces con una piedra pero se levantan. De las que dicen la verdad, de las que se mojan. De las soñadoras. De las optimistas. De las realistas.
También soy de esas que de pequeña era un cielo y de mayor contesto, también de esas que salen de fiesta para olvidarse por un instante de la realidad, de las que se ríen en los peores momentos, de esas que le gustan las chuches, los helados y odian las judias.
Si lo piensas bien no soy tan complicada, ni nada del otro mundo.
Soy de las típicas personas que pasan los pasos de cebra saltando las rayas, de las que miran al cielo solo por buscarle formas. No soy de las que ve el vaso medio lleno, porque no creo que exista ningún vaso, y si lo hay, siempre me preguntaré por qué un vaso y no una copa.
Me considero del grupo de personas que se ríe sin saber por qué, que cantan en la ducha pero siempre lo niegan. Admito que soy de las que digo, "Ahora voy", "nunca me enamoraré", "acabo en un segundo" y nunca lo cumplí...
Yo vivo cada día como si fuera el último, no me importa lo que digan, porque no vivo de los demás. Me he caído muchas veces, tal vez demasiadas, pero aquí estoy, de pie y con la cabeza bien alta. Soy la persona más pasota que te puedes encontrar, muchas personas dudan de si tengo sentimientos, pero detrás de un cuerpo siempre hay un corazón. Me conocerás por ser alguien que casi siempre suele decir las cosas a la cara, sea lo que sea y duela lo que duela. Muchas veces me llaman puta o zorra, así que si quieren que lo sea, lo seré con una condición: Que después no se quejen de lo que ellas mismas han creado.

La chica de los gatos.

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