lunes, 25 de marzo de 2013

Ochenta y dos.


Es lo curioso de las necesidades; a veces cuando las cubres... dejas de necesitarlas. Cuando llevas mucho tiempo queriendo algo, persiguiéndolo con todas tus ganas, frustrándote cuando no veías avances y dándolo todo por conseguirlo, simplemente porque crees que es lo que puede salvarte y... De repente, de repente esa persona está delante de ti, de repente estás volviendo a besarle, le estás acariciando, le estás abrazando, estás respirando el mismo aire que respira... Es extraño, porque, en ese mismo momento alcanzas el cielo, alcanzas el cielo y todo lo demás da igual. Da igual el mundo que te rodea, dan igual las demás personas, la hora, el lugar... simplemente estás en una burbuja en la que todo es perfecto. Tal y como creías, tal y como soñaste durante tanto tiempo.
Pero... ¿qué pasa después?, ¿qué pasa al día siguiente? ¿Por qué no sigue siendo perfecto? Es como si de repente se encendiese una luz y pudieses verlo todo. Todo lo que no has podido ver durante tantísimo tiempo, lo tienes ante tus ojos y cuando estás apunto de agarrarlo, cuando estás apunto de tenerlo, la luz se apaga y vuelves a estar tan desorientada como lo estabas al principio. ¿Qué es lo que ocurre exactamente? ¿Ya no le necesitas? ¿Ya no necesitas volver a luchar tantísimo por volver a tener momentos tan mágicos? ¿Nunca volverás a tenerlos? ¿Por eso no los quieres? ¿O simplemente ya no te hacen falta? Cuando has cumplido un propósito, cuando has conseguido lo que querías... ¿qué ocurre después? ¿Por qué esa sensación? No le miras con los mismos ojos, no le esperas con las mismas ganas, no te hace sentir ni la mitad de bien que antes.
¿Es porque te ha vuelto a decepcionar? ¿Otra vez ha salido huyendo? Justo como esperabas. Aunque en el fondo deseases que se diese cuenta de que te quiere. Pero eso no ha ocurrido. Eso no ha pasado, como tantas otras veces... Y es jodido, porque has creado un mundo alrededor de él, un mundo por el que te levantabas por las mañanas, y no porque lo necesitases, si no porque simplemente te sentías mejor así y tú solo buscas tu bienestar. Pero cuando tu bienestar no es igual, no se siente igual. Cuando tienes que crear otro mundo, andar por otro camino, ¿es normal tener tanto miedo? ¿tanta ansiedad? ¿Y si sólo es el momento? ¿Qué pasaría si decidieses que no es el amor de tu vida, y en tu siguiente momento, te dieses cuenta de que si lo es?
¿Cuales son las circunstancias que hacen que decidas?
Odio eso. Odio eso de mí.
No es justo para nadie.

La chica de los gatos.

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