domingo, 30 de junio de 2013

Ciento ochenta y uno.


Para Tom esta fue la noche en la que todo cambió. Ese muro tras el que Summer a menudo se escondía, un muro de distancia, de espacio, de informalidad, ese muro estaba cayendo poco a poco. Y allí estaba Tom, en ese mundo, un lugar en el que pocos habían sido invitados a ver con sus propios ojos.
Y allí estaba Summer, que le quería a él ahí, a él y a nadie más.
Mientras escuchaba, Tom se dio cuenta de que estas no eran historias que ella contaba a cualquiera, había que ganarse el derecho de escucharlas. Podía sentir como se derribaba el muro. Se preguntaba si alguien más habría llegado tan lejos. Y por eso las siguientes ocho palabras lo cambiaron todo:
- Nunca le había contado esto a nadie antes.

La chica de los gatos.

sábado, 29 de junio de 2013

Ciento ochenta.


Hoy hace un año. Nos escapamos por una noche del mundo y nos encontramos en un planeta, que no nos convenció del todo... así que saltamos a otro, donde encontramos un parque, al que bautizamos parque número trece. Compartimos un par de piruletas con forma de corazón que me saqué de los bolsillos, nos hicimos el amor con la mirada, aunque no nos diéramos cuenta en ese momento, y sonó "Canción húmeda"... entonces vino el beso, y otro... y lo supimos: son preciosos nuestros besos aunque nadie pueda verlos, son preciosos nuestros besos...
Después cosiste a la despedida tu declaración de amor, breve y valiente... un te quiero, frente con frente, irremediable, un te quiero.
Y ahí estábamos nosotros, entre rock and roll y escalofríos... con el corazón mojado y enganchados de por vida a un cuento distinto a cualquier otro. Somos magia, sin trucos... simplemente magia. Azúcar, nieve, tacto de colores, mordiscos, cosquillas, orgasmos, cuentos apalabrados, ochos caídos al suelo, dos idiotas con suerte, sueños susurrados al universo, magia, y un trece que a nosotros, por distintos al mundo, nos ha hecho afortunados.

La chica de los gatos.

viernes, 28 de junio de 2013

Ciento setenta y nueve.


Si yo quiero dormir, pero no me dejan (María H. Sánchez). Siempre ha sido culpa de todas esas voces que tenía en mi cabeza, y no dejaban de gritarme: "¡Viva hacer las cosas mal!" (Parkazo). Y, con ese simple argumento, conseguían sacarme siempre de la cama y arrastrarme a los lugares más insospechados. Y, ¿a quién le importa que sean las cuatro de la mañana de un miércoles y mañana tengas clase? Yo estoy bien así, paseando por un parque con un desconocido que me pareció lo suficientemente extravagante en el bar de turno.
Recuerdo cuando no paraba de repetir aquello de "Decirle a alguien que es raro porque no tienes suficiente valor para decirle que es especial" (Nicole). Lástima que ya nada sea, ni por asomo, parecido. No, ahora todo el mundo es raro y yo no me canso de decírselo, pero de ahí a que sean especiales va un trecho. Pero bueno, tiene su gracia, y es que en una de esas absurdas salidas le conocí a él. Todos sabemos que el mejor momento es aquel que ocurre un día que no te imaginas, y que te llevas imaginando años (Blanca) y, para que negarlo, yo siempre he sido la señorita romanticoide que ha soñado con que esto pasara miles de millones de veces. Aunque he aprendido a hacerme la dura. Ahora solo lloro por escrito (Srta. While). Y por supuesto nunca se lo dejo ver a nadie.
Al final, con los años, he llegado a una brillante conclusión, algo así como una filosofía de vida que se puede resumir con la frase: "Hagas lo que hagas, ámalo" (Miqui Brightside), ya sea hablar con desconocidos en un parque o llorar por escrito.

La chica de los gatos.

jueves, 27 de junio de 2013

Ciento setenta y ocho.


Aprendí que no se puede dar marcha atrás por mucho que se quiera. Tú no dependes del tiempo sino que el tiempo depende de ti, la esencia de la vida es ir hacia adelante. En realidad, la vida es una calle de sentido único. Lo que no puedas aceptar, déjalo pasar, más adelante lo vas a comprender. Que no se sale adelante celebrando éxitos, sino superando fracasos. La vida simplemente es un pañuelo... traiciones, venganza, orgullo, historias de amor que siempre tienen un fin y mayormente malos... Pensad que la vida son dos putos días y ya has malgastado uno. Hay que ir en contra del miedo y de lo que pueda pasar en el día de mañana. Llévame a los bares más oscuros, vamos a fumarnos la ciudad, vamos a bebernos tú y yo el mundo, vamos a esquivar la soledad. Y es que, el que no mira hacia adelante, atrás se queda... 

La chica de los gatos.

miércoles, 26 de junio de 2013

Ciento setenta y siete.


Ese domingo había amanecido con treinta y nueve de fiebre, y la garganta completamente rota, así que me dio por plantearte situaciones trágicas mientras desayunábamos. Te pregunté si seguirías queriéndome si tuviera una enfermedad terminal, si me faltara alguna extremidad o si un accidente de tráfico me desfigurara totalmente la cara. Tu respuesta era siempre la misma... me decías "claro, ¿eres tonta o qué?", y hacías remolinos en el café con la cucharilla, mientras mirabas como llovía fuera. Pero yo no me daba por satisfecha y volvía a las andadas... "¿y sí un día, por cualquier cosa, se me acaban los besos?".
Entonces hundiste el dedo en el bote del azúcar, me manchaste la comisura de los labios y me besaste tiérnamente hasta que no quedó ni un granito. "Mira, boba... tengo toda la certeza de que los míos son infinitos, así que te prestaría los que quisieras. Y ahora acábate la leche, tómate la medicina y a la cama... que si no, no te leo El principito, ¿eh?". Comenzó a nevar. Como estaba enferma no me dejaste salir a jugar, pero hiciste una bola de nieve gigantesca y me la llevaste a la cama para que la tirara contra la pared de la habitación.

La chica de los gatos.

martes, 25 de junio de 2013

Ciento setenta y seis.


No tengo la verdad absoluta, no soy perfecta y conmigo las cosas no son fáciles. A partir de este punto, tú tienes la opción de pasar más que una noche conmigo. Lloverá, porque siempre llueve. Y habrá mañanas en las que no tendré paraguas.
Olvidé la precaución en mi otra vida. Discutiremos seis días de los siete que tiene la semana, vislumbraremos la cama ocho. Será, cuanto menos, divertido. Eso te lo aseguro. Te lo aseguro que será divertido

La chica de los gatos.

lunes, 24 de junio de 2013

Ciento setenta y cinco.


Después de cuatro años, en que pasamos por todos los estados del amor y el desamor, nuestra historia se acabó. Tú hacia el norte, y yo hacia ningún lugar. Me escondí por donde pude, me agarré a las cinturas que pude, te saqué de las conversaciones como pude y evité ir a los lugares donde coincidíamos como pude. Así acabé, perdida en medio de la cuidad de las almas, sin rumbo, preguntándome por qué cuanto más te esfuerzas en olvidar, más recuerdas. Pasaron varios meses y tras seguir caminando por esa línea decidí tomármelo con calma. Aunque doliera. Aceptar el dolor, como el precio de las cosas más hermosas. Tú recuerdo poco a poco comenzó a picar menos, y por un tiempo, según te ibas yendo, estuve de paso por la vida. Fue raro vivir sin sobresaltos, ver como poco a poco la tristeza se iba diluyendo en el paso de los días. Así llegó el día en que supe que ya no te necesitaba. Esa noche comprendí que el fin, también es el principio.

La chica de los gatos.

Ciento setenta y cuatro.


El poder sentir que vuelas, que no hay absolutamente nada imposible, que el sol brilla aún más cada día. Sentir tu mirada sobre la mía. Poder verte sonreír. Sentirte cerca, a pesar de los kilómetros, oír tu voz, tu risa... Cantar nuestras canciones, sentir que en cualquier momento se puede derramar una lágrima de felicidad. Tenerte aquí, conmigo, para siempre.

La chica de los gatos.

Ciento setenta y tres.


Some are like water, some are like the heat, some are a melody and some are the beat. Sooner or later they all will be gone...
Esas personas superficiales, esas que se creen superior sobre todas las cosas, esas que juegan competencias en las que los únicos participantes son ellos mismos, esas que tratan a otras personas como trofeos, ganados o por ganar. A todas esas quiero decirles que sobre mi punto de vista se pueden ir bien a la mierda, me tienen h a r t a. Son tan patéticos que dan pena, son tan idiotas que me dan asco, son tan y tan que llegan a sinceramente no ser nada. Se la dan de guays y en realidad son realmente idiotas.

La chica de los gatos.

Ciento setenta y dos.


Para sobrevivir en este mundo que solo busca desarmarte y reírse de tu desgracia, para sobrevivir en esta sociedad hambrienta de fracaso y agobio, para sobrevivir en la inmensa depresión social que requiere no ser aceptado, hay que tener actitud. La actitud no se construye de un día a otro, son posturas que recopilamos en nuestro carácter a medida que vivimos experiencias, que atravesamos obstáculos. Tu actitud es tu esencia, es la única forma por la cual uno puede realmente darse a conocer. Nunca la pierdas

La chica de los gatos.

jueves, 20 de junio de 2013

Ciento setenta y uno.


No tienes que decirme nada. Ya sé que cuando me tenías cerca se te encabritaba el pecho. Te gustaba tentar a la suerte, y acercarte a mi boca más de lo permitido mientras bailábamos. No podías evitar el cosquilleo cuando te hablaba, y sin querer mis labios acariciaban tus oídos. Y si mis manos te rozaban, la electricidad pasaba de mi cuerpo al tuyo, hasta electrocutarte el corazón. Inconscientemente buscabas a una chica que fumaba, con camiseta rosa y vaqueritos rotos entre la multitud... querías concederle cada baile de la noche, o quizá cada baile de tu vida. "Invítala a un 43 con lima, que ponen una de estar pegados los dos..."

La chica de los gatos.

miércoles, 19 de junio de 2013

Ciento setenta.


Sabina era un hombre enamorado, pero entre un tequila por cada duda y un whisky de arrepentimiento, perdió muchos besos por no saber decir "te necesito".
Ella sabía que todas somos un poco putas, pero no de las de billete en la liga o como las que cantaba Sabina, o como en "Amor a quemarropa", en la que él se enamora y tú das la vuelta al mundo. Que como decía el guión, así es como va, pero de vez en cuando, también va al revés. La canción decía que está bien llevar sombrero por si surge una buena ocasión para quitárselo, y yo reiría hasta hacerte enloquecer, sólo por probar. Porque nadie canta con más amor esas notas, aunque a veces desafinadas, pero con amor a quemarropa hasta en los ojos.
Podría hacer que esto fuera al revés, que maneras de Brigitte todas tenemos en algún rincón del pantalón. Porque siempre estuve ahí, donde si acariciabas bien esas cuerdas, me hacías rendirme a cada murmullo de tu guitarra. Que sí, que él me hace morir por cada La mayor que tocan sus manos y por cada latido que bombea su voz. Que no pido que ninguna canción de Sabina hable de putas enamoradas, que lo único que quiero corazón cobarde, es que mueras por mi. O que al menos, en el sostenido más escondido de tus dedos, levantes la vista y me sonrías. Lo sé, es sólo rock & roll, pero... ya sabes cómo sigue.

La chica de los gatos.

martes, 18 de junio de 2013

Ciento sesenta y nueve.


"Y ahora que te has marchado me invento los domingos...", eso dice una de mis canciones favoritas, una de las canciones más tristes que se escribirán nunca. Hoy hace exactamente ochenta y siete días que te marchaste, ochenta y siete largos días... Y es que el tiempo es así de caprichoso, lo mismo que las agujas siguen un ritmo frenético, como que da la sensación de no girar.
La tristeza es uno de los sentimientos más extraños. Puedes levantarte un día pensando que ya ha pasado lo peor, que a partir de entonces sólo pueden haber sonrisas, y de repente, por cualquier tontería todo vuelve a derrumbarse de nuevo. Por cualquier tontería que te devuelve con intereses todos los problemas que creías superados, como en el parchís, que te comes una y cuentas veinte, lo mismo, a una lágrima siempre le acompañan otras diecinueve
He aprendido a odiar los domingos, sobre todo los domingos de invierno. Debe ser que mi inventiva se ha marchado de vacaciones y soy incapaz de tejer ninguna historia en la que no aparezcas tú... Te echo de menos. Ochenta y siete días, ochenta y siete días ya, y todavía espero que algún día me llames y me digas que tú también me echas de menos, que vas a volver... Larga es la espera de algo que sabes que nunca va a suceder...
Alguien me dijo que el amor asfixia y si eso es verdad no hay nadie que pueda sobrevivir a él. Entonces, ¿dónde están los finales felices de los que hablaban los cuentos de hadas? Me siento estafada, que me devuelvan el dinero, que me devuelvan mi felicidad, que me devuelvan mi vida... ¿Te dije alguna vez que los cigarros sabían diferente después de besarte? Qué tontería, ¿no? ¿Se puede echar de menos un sabor, un olor, tú olor? A veces me pasa que voy por la calle y alguien lleva tu colonia y entonces cierro los ojos y me pongo súper melancólica y te hecho de menos, si es que eso se puede...
Me acuerdo del día que me regalaste este cubo de Rubik, dijiste algo así como que nuestra relación era tan compleja como él... puede que por eso tardara tanto tiempo en mezclar sus colores, en desmontarlo... Lo hice el día que te marchaste y me prometí a mi misma que el día en que consiguiera montarlo significaría que por fin te había olvidado. Ahora te doy la razón, nuestra relación es tan fascinante como este cubo, pero una vez desmontado ya nadie puede volver a montarlo... Y cada vez que lo encuentras detrás de algún libro viejo o debajo de cualquier cojín intentas una vez más solucionarlo, le das vueltas, intentas encontrarle la lógica pero no lo consigues.
Los domingos son una prueba de fuego, es el único día de la semana que me levanto totalmente deprimida y cualquier excusa me parece buena para llamarte, incluso para presentarme en la puerta de tu casa... Coger mi bici y pedalear todo lo rápido que pueda y llamar a tu puerta, pero no lo hago claro, sabes de sobra que no sé ir en bicicleta. Ochenta y siete días y todavía no entiendo porque los cuento... No se me ocurre nada más triste que pensar que un día me levanté y lo primero que piense sea: "hoy hace exactamente mil cuatrocientos quince días que te marchaste".
Debería dejar de hacerlo, seguramente tú ya no piensas en mi, seguramente no me echas de menos, seguramente sonríes todo el tiempo, seguramente... Yo no lloro, yo no lloro, YO-NO-LLORO. Que ya sé que he malgastado mucho tiempo pensando en ti, que ya son ochenta y siete días y pasarán otros ochenta y siete más, que me voy a seguir acordando de ti todos los domingos por la mañana, que mi final feliz solo puede ser contigo, que te estoy esperando, que vengas...

La chica de los gatos.

lunes, 17 de junio de 2013

Ciento sesenta y ocho.


No siento dolor, tampoco rabia, ni odio, ni resentimiento... Es curioso porque esos tres sentimientos me han acompañado desde que era una niña. Engendrados por las palizas de mi padre, la indiferencia de mi madre... Borré de mi interior cualquier rastro de humanidad, me convertí en una fiera. Perseguí con ansia el poder y recorrí de su mano un camino de muerte y sufrimiento. Las mujeres me temían, los hombres se metían entre las sábanas de mi cama. Poder, riqueza, fama, conseguí todo lo que había deseado y sin embargo, me sentía muerta. Sí, estaba muerta...
Para darme cuenta bastó solo una mirada, una mirada que giró mi vida 180 grados... Él me miró de una forma diferente, vio que dentro de la fiera todavía existía un poquito de humanidad y me trajo de nuevo a la vida. Me dio el cariño que siempre había necesitado, fue mi razón para vivir, para dejarlo todo atrás... y querer empezar de nuevo
Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un último amanecer al lado suyo... Si este es el precio que debo pagar por haberlo amado, no hay nada en toda mi vida que me haya salido más barato. No siento dolor, solo quiero quedarme así, para siempre, en sus brazos.

La chica de los gatos.

Ciento sesenta y siete.


Después de un polvo más guarro que largo, ya nadie agarra la guitarra, ni susurra al oído palabras gastadas de amor. Se vestía deprisa, encendía un cigarro, me miraba a través del espejo del baño... A cuántos tienes que herir antes de admitir que la única voz que quieres escuchar, después de mezclar el sexo con amor, está a nueve paradas de metro, ni lo sé, ni me importa hoy. Como en la canción, me pregunto donde estarás esta noche. Aquí no.
Cuando después de sudar ya no se habla de las ciudades que quieres asaltar con seis cuerdas como único equipaje. Abrir los ojos después de un orgasmo que no llega y recordarlo diciendo con un par de huevos, "si tú saltas yo salto", y ninguno de los dos saltó.
Como dice Sabina, la adrenalina en camas separadas, es lo peor del amor cuando termina. Me vuelvo loca entre este millón de canciones que explotan en mi cabeza. Reproches y rencor. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tú... Y a veces aún suena Dylan rompiendo el silencio de la noche y una armónica me estruja el corazón. Y me acuerdo de ti. Por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo, duele aún más.

La chica de los gatos.

sábado, 15 de junio de 2013

Ciento sesenta y seis.


Eran de esas noches que no puedes dormir. Noches en las que darías lo que fuera por hacer el amor hasta que amaneciera. En las que ella intenta consolarse con cuatro palabras que le hacen entrar en calor. Y se ríe, incluso. Se siente tan débil que ni siquiera piensa que al día siguiente le van a rozar la tripa y se volverá loca...
Que realmente, él no le gusta, pero que si le toca la pierna se le enciende hasta el miocardio. Que se muere de ganas de decirle que la lleve al fin del mundo una mañana. Sin decirle nada a nadie, sin que nadie sospeche que le quiere comer cada vez que le mira. Que después de hablar de amor, le gusta hablar de aventuras... Que lo que hay entre ellos no es nada especial. Sólo un revolcón de cada uno en su cama porque en la misma no me atrevo... Y la verdad que ella no sabe si es falta de amor, o que ya se le ha ido la cabeza por completo.

La chica de los gatos.

viernes, 14 de junio de 2013

Ciento sesenta y cinco.


Me preguntas que si estoy segura. Sí, lo estoy. Siempre intento estarlo... Siempre al máximo posible. Nunca se sabe si algo irá bien, si habremos tomado la decisión correcta. Pero a veces, en cierto modo se sabe, se intuye... Siempre estamos a tiempo de equivocarnos. Aunque arreglarlo no será tan fácil como insertar una nueva moneda y darle al play. En las cosas de la vida, nunca nada es fácil, he ahí la gracia. El misterio.
La vida es para los valientes, para los que se atreven a quedarse con las sonrisas y las siestas a destiempo, con las miradas desenfocadas a 5 milímetros de tu boca, y saben olvidar las lágrimas y los días grises. O pintarlos de azul. O a cuadros. O de flores. Qué más da. La vida está en manos de quienes saben convertir en dulce el más amargo de los cafés de un lunes. O un martes. O todos los días. La vida es para ti. Para mí. Para nosotros... Y me preguntas si estoy segura de estar aquí, y ahora. Y sonrío. Claro que sí. Démosle al play. Y lo demás... a lo demás, que le den.

La chica de los gatos.

jueves, 13 de junio de 2013

Ciento sesenta y cuatro.


Todos tenemos manías... y yo tengo la manía de quererte. Se convirtió en manía desde el momento que por casualidades del destino apareciste y mis ojos te vieron por primera vez, tengo un maravilloso sentido para fijarme en las cosas, en las personas que no me convienen, y esto no lo digo yo, lo dicen cada uno de los fracasos que llevo detrás. Pero aún con ellos a la espalda, no puedo evitar sentir lo que siento por ti. Ya lo he dicho, te has convertido en mi manía, y da igual el tiempo que pase, hasta que no aparezca otro vicio para poder olvidarme del que tú me provocas no va a dejar de estar ahí. He perdido las uñas de los nervios, mis neuronas se han descolocado de su sitio y ya ni pensar sé. Aún así aquí me tienes, para cuando quieras que esta manía se comparta...

La chica de los gatos.

miércoles, 12 de junio de 2013

Ciento sesenta y tres.


-Nunca debería haberte contado lo de George.
-No, está bien. Me alegro de saber lo suyo y lo del veterinario, te las has arreglado muy bien.
-¿Qué acabas de decirme?
-Es imperdonable.
-No recuerdo que nunca te haya pedido que me perdones.
-¿Así que lo de hacer punto era una fase? ¿Quién será el siguiente? ¿Alex? Porque he oído que le gusta acostarse con cualquiera, vosotros dos tenéis eso en común.
-A mi tú no me llamas puta. Cuando te conocí creí que había encontrado a la persona con la que iba a pasar el resto de mi vida, ¿sabes?, eso creí. Y todos los chicos, y los bares y mis traumas evidentes me daban igual, porque te había encontrado. Tú me dejaste, escogiste a Addison y me estoy recuperando. No te pediré disculpas por cómo decido reparar lo que tú rompiste.

La chica de los gatos.

martes, 11 de junio de 2013

Ciento sesenta y dos.


-¿Qué queréis las mujeres? ¡eh! ¿Qué queréis? ¡Queréis putos supermanes! Queréis tíos fuertes pero que tengan tipín, que tengan pinta de atormentados pero que sean graciosos. Os gustan poetas, pero un poco brutos. Queréis que sean constantes pero que sepan sorprenderos, queréis que sean sinceros pero que conserven el misterio, que estén locos por vosotras pero que pasen de vuestro culo. Queréis que sean guapos pero que la belleza no importe, que tengan un buen rabo pero que el tamaño de igual... ¡Joder! ¡Queréis súper héroes del equilibrismo! Queréis que tengan la capacidad de abriros el cielo en un momento pero solo para vosotras. Queréis que no tengan secretos pero también que sean como desconocidos cada vez para que luego podáis sentir las putas hormiguitas en el estómago. ¡Lo queréis todo coño! Todo...
-Básicamente quiero que me haga sentir que no estoy desaprovechando mi vida porque es muy corta. Quiero que me abra las piernas, no el cielo: pero que lo haga cada noche. Quiero que sepa mentirme. Quiero que no me importen sus mentiras porque se deja su alma cuando está conmigo. Quiero que sea generoso porque puede, no por obligación. Quiero que tenga sangre en las venas. Quiero que me grite lo puta soy cuando le abandono. Quiero un poco de épica. Quiero que le dé igual lo que yo haga cuando no esté con él porque sabe que no voy a encontrar a nadie mejor. Quiero que me tiemblen las rodillas cuando me agarra la nuca. Quiero que la tenga bien grande y que el tamaño sí importe.
-Lo que yo decía, superhéroe... Está bien yo también soy un egoísta, pero esta noche puedo darlo todo por ti. Ya nos hemos descubierto el uno al otro ¿no?, ya nos hemos quitado las máscaras. Muy bien pues seamos unos egoístas, los mayores egoístas, pero juntos... ¡Compartamos nuestro egoísmo! ¿Qué te crees, que no se te nota el miedo, el pánico en el momento en el que llegues a casa cierres la puerta y veas que estás sola? Porque te vas a quedar sola. Quédate conmigo, soy lo que soy pero haré cualquier cosa por ti esta noche...
-Dime que te parezco hermosa.
-Dime que vas a ser mía.
-Dime que me quieres.
-Dime que no me vas a abandonar nunca.
-Dime que no vas a dejar que te abandone.
-Dime que nunca jamás habrá otro hombre.
-Dime que nunca me vas a pedir nada que no quiera darte.
-Dime que no vas a hacer preguntas.
-Dime que nunca conociste a nadie como yo.
-Dime que en todos estos años no hiciste otra cosa que esperarme.
-Dime que no tienes pasado.
-Dime que eres virgen.
-Dime que vas a ser mi esclavo.
-Dime que me vas a entregar tu alma a cambio de nada.
-Dime lo que quiero escuchar o muérete...
-Quiéreme, o púdrete en el infierno...

La chica de los gatos.

lunes, 10 de junio de 2013

Ciento sesenta y uno.


"Una noche de amor, es un libro menos leído", de Honoré De Balzac.
Pero a veces esta noche puede cambiarte la vida.
Cuando el amor ya no es un drama, sino magia, que de repente convierte a la vida en la cosa más simple y bella del mundo y todo encaja a la perfección. Y tu realidad es exactamente como la habías imaginado. Entonces, las ideas que te faltaban, aparecen.

La chica de los gatos.

Ciento sesenta.


Todos tenemos un sueño, el sueño de vivir en pareja, el sueño de empezar una nueva vida o el sueño de dejar atrás por fin la vida que llevábamos hasta ahora. Aunque algunos sueños, terminan convirtiéndose en una pesadilla de la que querríamos despertar lo antes posible.
Sí, no podemos decidir que sueños se harán realidad, solo podemos esperar, porque a veces las cosas ocurren cuando ya no contamos con ellas...

La chica de los gatos.

Ciento cincuenta y nueve.


Decidó dejarme la inocencia en casa, y guardar las poses para otro día. Por un día no quise pedir nada al cielo, porque ya tenía mis manos para construir la vida. Quise no ser para nadie más que para mi misma, y ser la única que viese mi reflejo en el espejo. Me apeteció disfrutar de mi idiotez y no regalar más de lo que me apetece...
Ya no hay ganas de hacer lo de siempre, porque lo de siempre ha perdido el encanto. Podría seguir saliendo de casa con la venda en los ojos y actuar como si todo siguiese igual, pero la hipocresía nunca ha sido lo mío. Así que prefiero llevar mi vida como realmente me apetece y hacer caso omiso a los reclamos de la gente que necesita mi presencia para que su mundo no se derrumbe, para que todo siga como antes, para que el equilibrio este ahí. El equilibrio es imposible.

La chica de los gatos.

Ciento cincuenta y ocho.


En mi opinión vamos al cine porque queremos ver cuentos de hadas: una reina durmiente que despierta con el beso de su gran amor, una princesa que deja a un lado sus joyas para abrirse un paso en el mundo, amantes separados que vuelven a reunirse... Pero la vida no es un cuento de hadas y los finales felices son escasos y cada mucho tiempo. En la vida, la joven reina se vuelve una tirana y lleva a sus súbditos a la guerra, por eso necesitamos las películas para recordarnos que a pesar de todo el amor todavía puede florecer hasta en los sitios más improbables, y que a veces hasta los cuentos de hadas se hacen realidad... 

La chica de los gatos.

Ciento cincuenta y siete.


Se miran, se atraen y saben que la vida les cambiaría si pudieran leerse el pensamiento, pero el silencio y los prejuicios levantan un muro alto donde chocan las ganas secretas del uno por el otro, y todo se queda en miradas y en deseos muertos.
Yo fui de las pocas que aprendí que si uno no quiere morir de remordimiento la única opción es correr el riesgo.

La chica de los gatos.

miércoles, 5 de junio de 2013

Ciento cincuenta y seis.


¿Sabes? me he pasado dieciocho años viendo así el mundo... haciéndome a la idea de que esto que tenemos delante es lo que hay, y que no podemos hacer nada al respecto. Pero entonces llegas tú. Tú y tu mirada irremediablemente bonita. Me empujas contra la pared y me das un beso lento pero solemne, me acaricias las muñecas y me clavas los ojos hasta el alma. Me dices que me quieres y sonríes.
Entonces pienso en todas las veces que he sido capaz de hacerte sonreír de esa manera... Puedo parecer algo tonta, pero de repente me siento capaz de cualquier cosa... Incluso de cambiar el mundo.

La chica de los gatos.

martes, 4 de junio de 2013

Ciento cincuenta y cinco.


Cuando decimos cosas como "la gente cambia", volvemos locos a los científicos, porque el cambio es literal, es lo único constante en la ciencia. La energía importa, está siempre cambiando, transformándose, creciendo, muriendo... La forma en que la gente trata de no cambiar es antinatural; la forma en que nos aferramos a las cosas que eran en lugar de aceptar las que son, la forma en que nos aferramos a los viejos recuerdos en lugar de generar nuevos, la forma en la que insistimos en creer, a pesar de cada indicación científica, que todo en esta vida es permanente. 
El cambio es constante. Cómo experimentamos el cambio está en nuestras manos. Podemos sentir como si muriéramos o podemos tomarlo como una segunda oportunidad. Si abrimos nuestros dedos, nos relajamos, nos dejamos llevar, se puede sentir adrenalina pura, como si en cualquier momento pudiéramos tener una nueva oportunidad en la vida, como si en cualquier momento pudiéramos volver a nacer...

La chica de los gatos.

lunes, 3 de junio de 2013

Ciento cincuenta y cuatro.


En el bar de la esquina sonaba Frágiles de Pereza. La hija de la vecina del quinto embadurnaba de pasta de dientes su cepillo del pelo, para limpiarle los dientes a su amigo el gigante. La rubia de la farmacia retorcía entre los dedos un mechón de pelo mientras reía sin parar las gracias del chico que descargaba el material, todas las semanas igual. Y nosotros estábamos sentados en un banco del parque. Fue justo en ese momento, lo recuerdo a la perfección, las 11:47 de la mañana de aquel bonito día de Septiembre. Tú dijiste alguna de esas tonterías que sabes que me encantan y entonces lo entendí, fue entonces cuando me di cuenta de que no podía haber sido más estúpida al afirmar que no existía el amor.

La chica de los gatos.

domingo, 2 de junio de 2013

Ciento cincuenta y tres.


No se necesitan muchos amigos, solo los verdaderos, esos que sabemos que van a estar ahí sean necesarios en ese momento o no. Esos amigos que nos van a hacer compañía en todo momento, que nunca nos van a dejar por más alejados que estén de nosotros.
Se necesita estar abierto a nuevas personas, esperar y tratar de encontrar a nuestros verdaderos amigos.

La chica de los gatos.

sábado, 1 de junio de 2013

Ciento cincuenta y dos.


Movería montañas, no sé si me explico... Pararía trenes si hiciera falta, por ti me refiero. Sabes que no es broma, ni siquiera lo parece. Congelaría volcanes entrando en erupción y me bebería una a una todas las pequeñas dudas impertinentes que se atrevan a cruzar tu cabeza. No es falta de sueño la que me dicta que estoy sonriendo como no lo había hecho nunca antes. Es que el causante del brillo de mis ojos eres , y la sensación supera a cien mil amaneceres vistos desde el piso número quinientoscincuentaydos del edificio más alto de Manhattan.

La chica de los gatos.