lunes, 25 de marzo de 2013

Ochenta y uno.


Es por el frío. El frío y las casualidades del color verde. Como un Marzo que comienza con el mismo frío que Enero, pero se presenta mucho más cálido mientras colecciono palabras susurradas al oído y cigarrillos a medias enterrados entre el césped de la facultad y las cuerdas de una guitarra. Recuerdo que mientras hablaba, con los ojos llenos de vida, pensé algo así como que los chicos malos siempre traen problemas, pero quién era yo para hablarle de puntos finales si apenas acababa de comenzar. Entonces dijo que nunca había estado enamorado, nunca jamás. Y la magia de aquella tarde fría de Marzo se volvió aún más intensa.
Sé que lo hizo para provocarme, mientras me miraba con esa mirada tan suya, tan tierna y burlona, y sonreía sin mover los labios. Hay que saber leer entre líneas para comprender que eso significa que tampoco va a enamorarse esta vez de mi. Intento explicarle que cuando tienes amor, tocas el cielo con la punta de los dedos y das la vuelta al mundo sin moverte del mismo puto punto, pero, ¿de qué sirve hablarle a Satán del cielo? A alguien que piensa en aquella tarde, sin saber lo que significa realmente pensar en aquella tarde. Amor yo he tenido de sobra; amor en cantidades industriales que acabé vomitando y llorando a mares. Luego el dolor aún más intenso y el desamor, eso fue lo peor. Pero desde aquí, desde este césped del color de las casualidades, recuerdo la parte bonita de mi amor. Y eso es de lo que intento hablarle, de que la canción que está tocando fue escrita por una persona enamorada, y que a mi, esa canción, en aquella vida se me quedaba corta.
Pero como bien es sabido, los sordos no pueden ver la música, los ciegos no oyen el mar, y con las cinco letras de la palabra "TARDE" no se puede escribir "ahora".
Así que me quedo tirada en la hierba, enciendo otro cigarrillo y disfruto observando de reojo como sus manos acarician las cuerdas de la guitarra. Estoy segura de que no será él el próximo que me haga mendigar un beso, pero por ahora me conformo con decir que en su no-amor he encontrado mucho más de lo que buscaba cuando aterricé en Marzo; y todo lo demás, no importa.

La chica de los gatos.

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