sábado, 23 de marzo de 2013

Setenta y cinco.


Nos hemos hecho tanto daño, que a veces solo el mirarnos nos duele... Todo sucede siempre tan deprisa, que pasamos del sexo a los reproches en un segundo. No te mentiré, más de una vez he querido marcharme, hacerme un ovillo en la cama y dejar de luchar. Pero el verbo renunciar pesa demasiado, me asusta... y tú eres excesivamente grande, es completamente imposible fingir que no existes y apartar mis ojos de ti. Aunque esto me supere y me consuma pelea a pelea, te has encajado dentro de mi pecho y te has adherido a mi corazón con tanta fuerza que no podría arrancarte de él sin sangrar. Solo el hecho de pensarte lejos me hace un nudo en la garganta, me da vértigo.
Pero ya sabes que soy demasiado cabezota, y me he obcecado en que esto funcione... nos quedan infinitos bailes. Sácame a bailar y hazme cosquillas hasta que me duela la tripa de tanto reír, despiértame con besos lentos y dime que fuera está nevando, ven a recogerme en coche y llévame a tu rincón favorito. Desnúdame muy despacio y fóllame a te quieros. Y no me mires así, todavía soy capaz de hacer magia.

La chica de los gatos.

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