lunes, 2 de diciembre de 2013

Trescientos treinta y tres.


-¿Crees que volveremos a encontrarnos?¿Crees que te reconocería?- La pequeña pero gran Gretchen pronunció esas palabras reservando el futuro nudo en la garganta para cuando llegara a casa.
-Es posible.. Tengo que irme.- Mark dejó de darle la espalda, todavía sin poder mirar a Gretchen directamente a los ojos.
-Bien, adiós.- Lo estaba haciendo, sus piernas caminaban sin dueño. Aun con todas sus fuerzas concentradas en aquellos pasos.
Gretchen quiso darse la vuelta y abrazar a su amigo. Siempre había querido a Mark. Él, a pesar de no llegar a comprenderla del todo, solía tranquilizarla con sus palabras. Le gustaban sus bromas y odiarle de vez en cuando. Incluso enfadarse. Probablemente le molestaba sentirse tan bien y tan confusa a la vez. Era su amigo y estaba a punto de perderlo. (...)
Años después Gretchen seguía sentándose con las piernas cruzadas a ver sus fotos. Echar de menos es infinito. Le daba igual que no fuera bueno aferrarse al pasado, le hacía sentir más fuerte. Creía que de ese modo nunca perdería de vista su imagen. Y si se encontraban al fin, reconocería su sonrisa...

La chica de los gatos.

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