A veces, deberíamos pensar tres o cuatro veces. No es mi caso. Sabes que no pienso muy a menudo, aunque luego me preocupan las consecuencias. Pero pienso y decido rápido, porque en la vida, es lo que vale. Es como dejar el amor a medio hacer, o un beso a medias, o una caricia sin dar.
Las cosas que se hacen, se hacen. Si me acuesto a tu lado y me quieres hacer el amor, házmelo. Mañana ya veremos que pasa. Y es que, lo que falla en el ser humano es la dificultad de decisión. O la facilidad de indecisión. Llamadlo como queráis. Pero lo verdaderamente sencillo es, que si te apetece, nos besamos, recordamos como bailábamos noche y día, siempre con la media sonrisa en la boca, estrujando en tus manos el sol, la luna y mis caderas. Ardíamos al borde. Y acabábamos un poco más vacíos de locura y más llenos de satisfacción. Nosotros más pequeños y nuestro amor siempre un poco más grande.
Hoy quiéreme. Pero no te prometo amor eterno. Ya no.
La chica de los gatos.
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