sábado, 14 de diciembre de 2013

Trescientos cuarenta y siete.


Él le roba un poco de crema con el dedo y, sin que ella se dé cuenta, le mancha un poco la nariz. Ella se echa a reír. Bromean. Luego le mete a él en la boca un pedazo de tarta. Juegan. Él se acerca a ella.
-Deja que te pruebe... -dice, y empieza a besarla lentamente haciendo como que le muerde.
Al principio ella está un poco tensa, pero luego se relaja. Un beso suave, largo e intenso. Y una caricia. Dos.
Luego se ponen de pie, una camiseta vuela, un vestido que se desliza y cae al suelo, él que la levanta y la lleva al otro lado de la casa. El pasillo, una puerta oscura que se abre, un dormitorio y una lámpara de mesa que se enciende. Y más besos, caricias y pasión.

La chica de los gatos.

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