martes, 3 de diciembre de 2013

Trescientos treinta y seis.


Yo quiero que me traspases la piel. Y que llegues al ventrículo izquierdo. Pero de momento, te dejo que me quieras con sonrisas, con la yema de los dedos y con tu carita de duende.
Puedes ser mi provocación o mi risa de tardes de café. También puedes ir despacito y hacerle cosquillas al miocardio. No sé. El miocardio es débil a veces. Aunque rebose de amor que me dieron una vez.
Es el principio de un libro, mezclado con el prólogo de otro que ya no sirve.

La chica de los gatos.

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