lunes, 30 de diciembre de 2013

Trescientos sesenta y cuatro.


Ahora que puedo despedirme como quisiera hacerlo entonces, ahora que puedo ser objetiva con este "hasta luego", ahora que aún no me has hecho daño... Ahora que aún no te he roto el corazón, ahora que no se si tendré que despedirme algún día... Así que te pido perdón ahora, te pido perdón por todos los viajes que no hemos hecho, por todos los lugares a los que no habré ido contigo por falta de tiempo, perdón por haberte dado demasiados abrazos, perdón por haberme sentido una procesa a tu lado, por haberte comido a besos y a mordiscos... Perdón por no saberte cantar canciones, por levantarme despeinada, por ser lo primero que deseo llevarme a la boca cuando despierto...
Te pido perdón por sentir celos por todo, porque te abrazaré demasiado fuerte y con demasiadas ganas, porque te cogeré de la mano y no querré soltarte. Te pido perdón porque querré hacerte el amor en todas partes, perdón porque tal vez te llamaré demasiadas veces por teléfono o demasiados mensajes, y porque seguramente seguiré sin soportar a tus ex. Perdón porque te diré cosas que no siento cuando me enfade y tontearé con otro chico para sentirme deseada por ti y para ponerte celoso, perdón por querer quitarte los enfados con abrazos y besos, por no saber enfadarme, por no saber decirte que no.
Perdón porque poco a poco me habré ido conociendo tu cuerpo, cada día seré un poco menos turista y a la vez cada día descubriré un lugar nuevo donde aún no habré estado. Perdón porque te daré demasiadas lunas gratuitas, porque no querré dejar de sorprenderte, perdón porque no te haré caso cuando me digas algo. Te pido perdón así, de este modo, porque no te contaré todo, pero te diré sin miedo todo lo que querré algún día. Te pido perdón porque algún día te miraré a los ojos y te diré: 'Sí, me he enamorado'. Te pido perdón por si llega el día en el que te quiera demasiado...
Y vengo a despedirme ahora que no quiero irme, ahora que tengo miedo, ahora que aun tiemblo si me tocas y siento ese cosquilleo en el estómago cada vez que me besas. Así que, te regalo una despedida sin marcharme, porque tal vez mañana te dejaré una hoja en blanco y no sabré que decirte, siempre se me dieron mal las despedidas... Te diré adiós así, besándote, acariciándote, mimándote hasta desgastarte, porque si has de morir, si he de morir de amor, quiero hacerlo en tus brazos y que seas tú el que me dé siempre el último beso. Y si lo vivo así, como lo estoy viviendo ahora, podré abrir el álbum de fotos de mi memoria y pensar que valió la pena conocerte, aunque por entonces no sepa decirte adiós. Y si esa despedida no llega nunca, volveré a leer esta carta, para acordarme y recordarte porque te quedas y porque no me marcho.

La chica de los gatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario