La noche se puso de pie para mirarnos: tú y yo agarrados de la mano, como se agarran las etapas de la vida de las que no quieres desprenderte, porque tu futuro se plantea como un lugar sin miel, donde apenas quedan llamadas de rescate.
La noche se puso de nuestra parte: tú yo paseando por Madrid y el frío invitando a que nos buscáramos un portal azul de los besos esperados. La noche jadeaba como una novia enamorada, y nos invitó a conducir sin frenos por las autopistas del deseo, porque la ciudad del destino tenía un nombre conocido, donde no entran las dudas. Un lugar del que no es fácil salir... el amor.
La chica de los gatos.
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