martes, 14 de mayo de 2013

Ciento treinta y dos.


Aun recuerdo como siempre me preguntabas que por qué me relamía los labios después de cada beso. Es como cuando te acabas de terminar un helado y te pasas la lengua por los labios, despacio, buscando cualquier pequeña partícula con sabor que haya podido escapar. Con lo simple y sencillo que era, no sé como no te lo expliqué nunca.

La chica de los gatos.

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