miércoles, 29 de mayo de 2013

Ciento cuarenta y nueve.


Las pieles que toco son solamente un meandro de mi vida, lugar de repostaje, paisaje que se va como si lo viera pasar desde la ventanilla de un tren. Aun está por aparecer la boca que clavada a la mía cambie de sentido las aceras
Él, mi parada definitiva, el poema escrito a dos manos, la dejadez en el cajón, el inexplicable sentido de todo, la cuadratura del círculo, la búsqueda que comencé en Septiembre de 2008, mi vagón de soldados por fin fumando tumbados en la pradera, mi ángel, mi paracaídas, mi próximo verano, mi carita de tonta, la desembocadura de todo.

La chica de los gatos.

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