martes, 21 de mayo de 2013

Ciento treinta y siete.


Fueron años de quiebra, de exilio de la ternura. Años de camas rápidas y sábanas olvidadas a la primera de cambio. Ya no recordaba lo que significaba querer con las entrañas. Pero llegaste , como cara de turista perdido, como quien mira a los edificios sin enterarse de mucho, y te quedaste una noche y después otra, y otra más. Te miré callada al verte desayunar a mi lado, como quien mira un paraíso abierto. Te vi bostezar como un cachorro y en ese momento se cruzó entre nosotros la palabra por-fin

La chica de los gatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario