Movería montañas, no sé si me explico... Pararía trenes si hiciera falta, por ti me refiero. Sabes que no es broma, ni siquiera lo parece. Congelaría volcanes entrando en erupción y me bebería una a una todas las pequeñas dudas impertinentes que se atrevan a cruzar tu cabeza. No es falta de sueño la que me dicta que estoy sonriendo como no lo había hecho nunca antes. Es que el causante del brillo de mis ojos eres tú, y la sensación supera a cien mil amaneceres vistos desde el piso número quinientoscincuentaydos del edificio más alto de Manhattan.
La chica de los gatos.
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