Hacía tiempo que no escuchaba un corazón de verdad. Exactamente desde que el de él dejó de sonar. Siempre fue una chica diferente alas demás, y no sabía muy bien el porqué. Siempre tuvo la extraña manía de tumbarse en la cama durante horas y horas a escuchar latir corazones ajenos. No es que el de él fuera especial, era un corazón más de su colección. Pero por mucho que buscó fue incapaz de encontrar un corazón igual. Desde entonces, nunca más le gustó escuchar los latidos de corazones ajenos. Hasta que un día le escucho a él.
La chica de los gatos.
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