Marisol siempre tiene una sonrisa enorme pintada en la cara. Es una de esas niñas que te alegran la mañana si coincides con ellas en el autobús. Lástima que hoy en el patio del colegio algo le haya borrado la sonrisa. Al parecer Carlitos la ha empujado y, al caer, se ha hecho un raspón en las rodillas. Y luego no le ha dado un beso ni nada ¿qué clase de príncipes azules son estos?
Y es que ha sido exactamente en ese momento, allí sentada en secretaría mientras la cuidadora le embadurnaba de Betadine las rodillas, cuando Marisol ha dejado de creer en los cuentos de hadas.
La chica de los gatos.
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