No hay domingo que se me olvide escribir(nos) en alguna casa que sería nuestra, haciéndonos café e innumerables veces el amor en la cocina... hasta desgastarnos contra la encimera, hasta que los gemidos se hayan mezclado tanto con los "te quiero", que no se distingan más que a una infinidad de impulsos eléctricos que van directos de nuestras manos a la entrepierna, y de la entrepierna al corazón.
No hay domingo que no piense en ti profundamente y después te dedique un orgasmo desde mi cama.
La chica de los gatos.
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