sábado, 15 de junio de 2013

Ciento sesenta y seis.


Eran de esas noches que no puedes dormir. Noches en las que darías lo que fuera por hacer el amor hasta que amaneciera. En las que ella intenta consolarse con cuatro palabras que le hacen entrar en calor. Y se ríe, incluso. Se siente tan débil que ni siquiera piensa que al día siguiente le van a rozar la tripa y se volverá loca...
Que realmente, él no le gusta, pero que si le toca la pierna se le enciende hasta el miocardio. Que se muere de ganas de decirle que la lleve al fin del mundo una mañana. Sin decirle nada a nadie, sin que nadie sospeche que le quiere comer cada vez que le mira. Que después de hablar de amor, le gusta hablar de aventuras... Que lo que hay entre ellos no es nada especial. Sólo un revolcón de cada uno en su cama porque en la misma no me atrevo... Y la verdad que ella no sabe si es falta de amor, o que ya se le ha ido la cabeza por completo.

La chica de los gatos.

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