No tienes que decirme nada. Ya sé que cuando me tenías cerca se te encabritaba el pecho. Te gustaba tentar a la suerte, y acercarte a mi boca más de lo permitido mientras bailábamos. No podías evitar el cosquilleo cuando te hablaba, y sin querer mis labios acariciaban tus oídos. Y si mis manos te rozaban, la electricidad pasaba de mi cuerpo al tuyo, hasta electrocutarte el corazón. Inconscientemente buscabas a una chica que fumaba, con camiseta rosa y vaqueritos rotos entre la multitud... querías concederle cada baile de la noche, o quizá cada baile de tu vida. "Invítala a un 43 con lima, que ponen una de estar pegados los dos..."
La chica de los gatos.
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