Después de cuatro años, en que pasamos por todos los estados del amor y el desamor, nuestra historia se acabó. Tú hacia el norte, y yo hacia ningún lugar. Me escondí por donde pude, me agarré a las cinturas que pude, te saqué de las conversaciones como pude y evité ir a los lugares donde coincidíamos como pude. Así acabé, perdida en medio de la cuidad de las almas, sin rumbo, preguntándome por qué cuanto más te esfuerzas en olvidar, más recuerdas. Pasaron varios meses y tras seguir caminando por esa línea decidí tomármelo con calma. Aunque doliera. Aceptar el dolor, como el precio de las cosas más hermosas. Tú recuerdo poco a poco comenzó a picar menos, y por un tiempo, según te ibas yendo, estuve de paso por la vida. Fue raro vivir sin sobresaltos, ver como poco a poco la tristeza se iba diluyendo en el paso de los días. Así llegó el día en que supe que ya no te necesitaba. Esa noche comprendí que el fin, también es el principio.
La chica de los gatos.
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