miércoles, 6 de febrero de 2013

Treinta y tres.


Me resbala si follas o fallas. Si estudias o prefieres trabajártelas. Si odias los domingos o si cuentas por ahí que yo estaba loca por ti. Si eres victoria o fracaso. Si te sigue faltando cerebro o te sigue sobrando de ahí abajo. Si bebes para divertirte o para olvidarte. No me han quedado cicatrices de la ostia que me pegaste, ni lugares, ni paisajes. Ni canciones que recordar, ni canciones para recordarte. He aprendido la lección bien aprendida a base de palos y no me han quedado ganas de volver a verte, ni de noches, ni de mañanas, ni de coches. Porque las ganas y la complicidad ardieron en el infierno. Y no me han quedado ganas de ti en general. Sólo una indignación que se parece a la resaca de los domingos y un poco de odio hacia todo lo que tenga que ver contigo.
Nunca fui tu amiga, pero aún así, soy una de las mejores cosas que han pasado por tu vida, demasiado buena para un amante de las mentiras. Y cuando llegue el día en el que hagas un repaso de tu lista y sientas ese no se qué porque yo ya no estoy en ella, me verás a años luz de esa pesadilla.

La chica de los gatos.

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