jueves, 21 de febrero de 2013

Cuarenta y uno.


No quiero un chico normal, no pido un prototipo, no prefiero los rubios o los morenos. Quiero un chico que no me asegure el futuro, que cada día lo viva como el primero, que no se vaya la ilusión como cuando un niño pequeño se queda sin Reyes... no quiero un capricho. Quiero que me recuerde cuando huela mi colonia, que para él sea única, que pase lo suficiente de mi. No quiero regalos, quiero detalles. Que cada vez que me duerma mi cama huela a él. No busco a un chico perfecto, ni que me soporte siempre. Quiero noches locas, días en los que escaparnos los dos solos sin preocuparnos de lo que sucederá. Quiero aventura, pasión. No me gusta la rutina, no me gusta dar explicaciones.
Quiero vivir en un sueño, nuestro sueño. Quiero saber que lo tengo ahí en los momentos difíciles. Que solo me diga te quiero cuando lo sienta. Quiero un chico que le guste la fiesta, pero que le haga falta estar conmigo. Quiero no sentirme segura, quiero tirarme a la piscina sin hacer planes. Me gustan los consejos, pero no que decidan lo que debo hacer. No siempre lo bueno es lo mejor. No siempre se odia lo malo. Las reglas están para saltárselas, no siempre se hace lo correcto, ¿y qué...? No quiero que renuncie a los amigos por mi, ni que sea su prioridad. Quiero tener algo por lo que luchar, algo por lo que alegrarme, algo por lo que llorar, una excusa para hincharme a galletas y helados. En definitiva, no busco lo que verdaderamente me haga feliz, no quiero llegar a la meta, no busco el final, no pienso en el mañana, más cerca está esta noche.

La chica de los gatos.

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