Ya no me importa que se enamoren locamente, y me dejen al poco después a favor de otra más normalita. Yo tampoco sería capaz de soportarme. Sí, me importa una mierda lo que ellos hagan. La mayoría no saben nada de las heridas, y la mitad no saben acabar de lamer con el suficiente tacto para que se cierren definitivamente. ¿Por qué debería de importarme?
Y sí, claro que he amado más de 365 días, y no me he podido quitar a alguien de la cabeza, ni he podido comer, ni dormir, y me he drogado, y he salido sólo para sentirme menos inútil. Yo a eso le llamo sentir, sentir al límite de cada exceso. Yo no odio a los hombres, tampoco a las mujeres, yo simplemente pertenezco a un colectivo que dista de la única diferencia que tiene esta sociedad entre los géneros. Nosotras putas y ellos unos cabronazos. Como si eso hubiese que asumirlo sin levantar la cabeza, sin replicar. No me da la gana asumir que si me acuesto con un tío que me ha devuelto la sonrisa en ese concierto, tengo que ser una zorra; y no me da la gana asumir que si el novio de mi mejor amiga la ha dejado porque es una histérica que lleva dos meses sin entonar un te quiero, a favor de otra que deje de pensar en si misma y sepa amar a los demás, tenga que ser un cabronazo.
No me da la gana asumir ciertas cosas, sólo porque la muchedumbre esté acostumbrada a eso. No soy de amigos de toda la vida, ni de echar de menos mi país, ni mi casa, ni una maldita bandera, me da igual que no lo entiendan.
Por lo demás, no necesito a nadie que me diga lo guapa que estoy cuando llevo tres días sin dormir, ni necesito cenas carísimas, ni anillos, ni verle a todas horas. Me aterran ese tipo de rutinas. Adoro la fugacidad del momento en que un desconocido te folla hasta el alma, porque es en ese justo instante en el que cobra sentido su nombre, cuando te llena también por dentro, de frases, de sonrisas, de miradas, de vida... Y si tengo que volver a caer cien veces más porque me agobio tanto que necesito huir, o si alguno de ellos tiene que salir corriendo porque le aterran mis versos, lo haré, caeré, y lloraré, y me enfadaré. Pero siempre volveré arriba. A reinventarme para poder volver a empezar, engañándome o no. A excitarme con todas las pequeñas cosas que hacen que la vida cobre sentido.
La chica de los gatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario