martes, 26 de febrero de 2013

Cuarenta y seis.


Antes tenía miedo de muchas cosas, de no madurar nunca, de quedarme atrapada en el mismo sitio eternamente, de que mis sueños estuviesen fuera de mi alcance... Es verdad lo que dicen, el tiempo te juega malas pasadas, un día estás soñando y al día siguiente tu sueño se ha hecho realidad. Y ahora que esa niña temerosa ha dejado de seguirme a todas partes a donde voy, la echo de menos, es verdad. Hay cosas que quiero decirle, que se relaje, que sea menos seria, que todo va a salir bien... Hay muchas cosas que podría decirle, pero seguramente no haría caso a nada que no saliera antes de horas de salir y entrar en sus laberintos de ideas. Hemos perdido el norte, lo hemos buscado en otros puntos, nos lo hemos inventado... Lo que hiciera falta, pero nunca hemos dejado de buscarlo. Un sur, un este, un aquel... Llevamos a cuestas historias largas, cuentos de un fin de semana, noches usando el alcohol como botón de suprimir, dudas, besos, fugas, y alguna que otra cabrona a la que sentenciamos "exceso de equipaje". ¿En qué se diferencian nuestras caídas de las de cualquier otra persona? En que siempre hay alguien ahí para recordarte algo así como "Límpiese usted las lágrimas y empiece una página en blanco".

La chica de los gatos.

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