sábado, 13 de abril de 2013

Ciento tres.


Oye, sé que es difícil creer a la gente cuando dicen "sé cómo te sientes...", pero en mi caso realmente lo sé. Verás, estuve saliendo con una persona en Londres. Trabajamos en el mismo periódico, y un día me enteré de que también salía con otra chica: Sarah, de la sección de producción en la planta 19. Resultó que él no estaba enamorado de mí como yo creía... Lo que intento decirte es que entiendo lo que es sentirse el ser más pequeño, insignificante y patético de la humanidad; y lo que es sentir dolor en partes del cuerpo que ni siquiera sabías que tenías...
Y da igual cuántas veces te cambies de peinado, o a cuántos gimnasios te apuntes, o cuántos vasos de vodka te tomes con las amigas, porque sigues acostándote todas las noches repasando todos los detalles y preguntándote qué hiciste mal o qué pudiste malinterpretar, y cómo puñetas en ese breve instante pudiste pensar que eras tan feliz. A veces, incluso logras convencerte de que él verá la luz y se presentará en tu puerta. Y después de todo eso, y aunque esa situación dure mucho tiempo, vas a un lugar nuevo y conoces a gente que te hace recuperar tu amor propio. Y vas recomponiendo tu alma pedazo a pedazo, y toda esa época difusa, esos años de tu vida que has malgastado, empiezan por fin a desvanecerse...

La chica de los gatos.

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