Los secretos que yo conozco gritan a voces. Son secretos que puedes oír aún estando sordo, secretos plasmados en mi semblante, de día y de noche y viceversa, de pequeñas heridas, de grandes cicatrices. Son puntos y comas de mi pequeña historia, de una vida, la mía, que cobra sentido al cruzarse con otra vida, la tuya. Son secretos imperceptibles al oído del vulgar, del cotidiano, pero perfectamente escuchables al abrigo de los bares, de las melodías tristes, de noches de luna y sin luna. De los ojos verdes que tan bien conozco, de los caminos que anduve.
Pero cuidado, no los grites, nadie te entenderá. Son como la locura, todos la ven, la oyen, pero nadie la entiende.
Son mis secretos, al fin y al cabo.
La chica de los gatos.
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