viernes, 28 de marzo de 2014

Ochenta y dos.


Ámame a escondidas. Como dos gatos callejeros buscando refugio por las calles oscuras, calles oscuras por las que me pierdo y no me encuentro, ni te encuentro. Pero desde el bar de la esquina me llega tu voz, y entonces tiemblo, me acerco... y tú tienes prisa, me esquivas. Pero vamos a bebernos tú y yo el mundo y ya no hay excusas para que me muerdas el corazón, mientras haces que entre en calor esta habitación... Y ya mañana Madrid amanecerá y vendrá la culpa a meterse en la cama y a jugar con los arrepentimientos al escondite, y con tus manos enredadas en mi pelo hasta el infinito. Pero hazle trampas al sol, y que no salga hoy a joder nuestro mundo, y así, tal vez, podamos pasar desapercibidos hasta la noche siguiente.
Véndeme promesas, cuéntame mentiras, ámame a escondidas en cada esquina, pero que nadie lo sepa. Que yo sólo quiero un trocito de ti los jueves por la noche. Y si tú me dices venga, yo digo vale.

La chica de los gatos.

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