viernes, 28 de marzo de 2014

Ochenta y cinco.


Me apetece tumbarme sobre ti, besarte y permanecer así un rato, o toda la vida si pudiéramos. Intercalando besos y palabras. Y suspiros. Y silencios. Sintiéndote conmigo. Me apetece cogerte de las manos y jugar con ellas mientras te hablo y me río. O te hago reír a ti. Me apetece hacerte rabiar, que me llames "tontita". Y que luego sea yo la que te llame "tontito" a ti. Me apetece preguntarte cuánto me quieres, aunque me lo repitas continuamente. Y decirte que yo te quiero más. Me apetece chuparte y morderte. Ponerte nervioso. Tocarte. Hacer el amor y llenarme de ti. Bañarnos juntos y volverlo a hacer. Quiero abrazarte y pensar en ese momento, que nunca te soltaré. Ni que tú me soltarás. Porque siempre estaré abrazándote. Con mis palabras. O con mis brazos. Pero siempre cogida a ti. Para no dejarte escapar. Me apetece también escuchar tu corazón y acariciarte mientras cierro los ojos. Me apetece llorar de felicidad y que me seques las lágrimas cuidadosamente. Me apetece mirarte a los ojos y decirte que te amo. Me apeteces tú. Y cuando digo eso, también incluye todo lo anterior.

La chica de los gatos.

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