Mira, si quieres déjame, pero no te eches más ese perfume a sueños rotos. ¿Cuándo vas a darte cuenta de que el pasado no es quien te besa la boca por la noche? Ya va siendo hora de sentar en el banquillo al maldito desengaño y que me digas lo que callas, eso que gritas en silencio. Los amores impares sólo llenan la casa de fantasmas, borrando el azúcar de los labios. Y a ti te la han colado.
¿Acaso existe edulcorante cuando viene la amargura, cuando la tristeza se empeña en salir en la foto, en aparecer donde no hay por qué? Todos te lo advierten y tú no te enteras, pero mordiste el anzuelo de los veranos perdidos y, andando con un pie en cada continente, aquel Junio se partió por la mitad. No sé que hacer, si borrarme por dentro para volver a empezar otra vez, para mirarme como ayer. ¿No creerás que me rindo tan fácilmente, no?
La chica de los gatos.
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