viernes, 23 de agosto de 2013

Doscientos veintidós.


Despertar es una utopía, un sueño, algo por lo que vivir y elevar nuestro espíritu. Despertar es liberar tu mente de las cadenas impuestas por tu razón. Es entender que el universo es un océano oscuro, y que nuestras únicas luces para iluminarlo son el amor y la bondad. Despertar es aprender a usar nuestra mente y no que ella nos utilice a nosotros, es aprender a pensar, a cuestionar, a dudar, a creer, a equivocarse y volver a empezar. No importa cual sea tu ideología, tu religión, tu objetivo, despertar es saber que el único camino para sentirte pleno es el de la paz y el amor. Porque al fin y al cabo no interesa el fin, sino la forma en que lleguemos a él.
Despertar es tener la certeza de que el mundo se puede cambiar, y que la única forma de hacerlo es liberándote de tu ego para sacrificarte por el otro. Hacer el bien, brindar claridad, iluminar con el alma, alejar la tempestad y transformarla en calma, esparcir y cubrir el mundo con el perfume de tu esencia, terminar con la discordia y sembrar paz... Contagiar, eso es despertar
Terminar con los prejuicios, conocer y descubrir el alma de las personas, no su envase... buscar en lo profundo. Estar abierto de cuerpo y espíritu para dejar que la vida te sorprenda y te inunde de certeza y sabiduría. Permitirte volar, soñar, jugar... ir más allá de todo lo tangible, intentar descubrir los mayores misterios sabiendo que las respuestas a nuestras preguntas sólo se encuentran dentro nuestro.
Despertar es desear que el otro despierte y estar dispuesto a todo por conseguirlo. Despertar es liberar, desencadenar, desatormentar, tranquilizar, brindar esperanza y fe. Despertar y saber que dormía. Despertar y saber que aún duermo. Despertar sabiendo que nunca terminaré de despertar.

La chica de los gatos.

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