lunes, 25 de noviembre de 2013

Trescientos veintiocho.


-No debí haber ido a la iglesia esta mañana, lo siento... 
-No, no, espera... La culpa ha sido mía, yo soy el único cabrón de esta historia... pero ha servido para demostrar que el matrimonio y yo no estamos hechos el uno para el otro, y ha servido para demostrar algo más... Cuando estaba allí, delante del altar, por primera vez en mi vida me di cuenta de que estaba perdidamente enamorado de una mujer, y esa mujer no era la que estaba a mi lado sino la mujer que está delante de mi ahora, bajo la lluvia...
-¿Todavía llueve? No me había dado cuenta..
-La verdad es que te quiero desde el primer instante en que te vi... Oye, ¿no irás a desaparecer otra vez?
-No, puede que me ahogue, pero desaparecer no...
-Oh, claro, si... claro, entremos... Espera, antes quiero hacerte una pregunta... ¿Crees que cuando nos hayamos secado y hayamos pasado mucho tiempo juntos, aceptarías no casarte conmigo, y crees que no casarte conmigo podría convertirse para ti en algo que durara el resto de tu vida? ¿Quieres?
-Sí, quiero...

La chica de los gatos.

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