Bromeó diciendo que llegó tarde, pero lo que no sabía es que aquello era verdad. Estaba a punto de decirle lo que sentía con transparencia, sin miedo. Iba a ser por primera vez en su vida doblemente valiente, pero se trabó en su corazón roto cuando se enteró que ya no tenía nada que hacer. Estuvo luchando contra sus sentimientos durante meses, día y noche pensando en sus ojos, habilitando su cuarto para el recuerdo de ese amor que traspasaba las palabras cuando quería y posaba sus manos sobre sus hombros, besando su cuello y haciendo que ella cerrara los ojos dejándose llevar. Estaba cansada de soñar siempre con el mismo instante, de mirar sus fotos y poner cara de idiota, de pensar en aquellos momentos mientras se limaba las uñas entrecerrando los ojos y poniendo boquita de pez, de buscar su olor entre la gente...
La chica de los gatos.
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