sábado, 16 de noviembre de 2013

Trescientos dieciocho.


Arrancando las hojas de mi calendario aprieto fuerte contra mi cada palabra que te dediqué. Había una pincelada tuya en cada uno de mis días. Ahora miro a mi alrededor sin poder evitar contemplar tu reflejo en cada rincón
Creía que te habías ido pero sigues tan dentro de mi, inevitablemente...
Reviso cada paso que dimos y sigo sin entender dónde reside el error. Quizás simplemente no debía haber ocurrido, quizás era cosa del destino. ¿Irónico eh? Aparecía a menudo en nuestras conversaciones y nosotros riéndonos de él. Cierto es que quien ríe último ríe mejor.
Ahora te veo a lo lejos, y un vuelco al corazón. Un nudo en la garganta y una boca seca. No me salen las palabras y bajo la mirada.
Tatuaste tu nombre en mi almohada condenándome a acordarme de ti antes de caer dormida cada noche. Me pregunto qué habría sido si cada uno de nosotros hubiese dado un poco más de si. dejando el orgullo hibernar en el cajón.
Tal vez el tú y yo, sea una historia sin comienzo. Quizás no haya hipotéticos casos que resuelvan el drama.
Quizás no existan quizás entre nosotros.
Nos pudo más mi falta de constancia, tu falta de atención...

La chica de los gatos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario