lunes, 4 de noviembre de 2013

Trescientos siete.


Lo malo de las adicciones es que nunca acaban bien. Llega un momento en el que lo que nos ponía eufóricos deja de hacerlo y empieza a doler. Dicen que no superas tu adicción hasta que no tocas fondo, pero... ¿Cómo sabes que lo has tocado? Porque por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo, duele más.

La chica de los gatos.

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