lunes, 8 de julio de 2013

Ciento ochenta y ocho.


Aquella mañana se había despertado de malas, y encima tendría que aguantar dos horas seguidas de clase de biología, menudo aburrimiento. Llegó a clase antes de tiempo. Se sentó en su pupitre y comenzó a charlar con su compañera. De pronto comenzó a ver caras de sorpresa de las chicas que miraban a la puerta y, antes de que le diera tiempo a girarse alguien le tapó los ojos. Comenzó a palpar las manos que le cubrían los ojos tratando de averiguar quien sería su dueño, pero lo único que consiguió adivinar es que aquellas manos no eran de chica. ¿Un chico en su colegio? ¡Como le vieran las monjas! Y además había ido a verla a ella... ¡a ella! ¿Quién podría ser?
-¿Quién eres tú?
-Quien tú quieras que sea.- respondió el extraño. María se giró para encontrarse frente a frente con la cara de Ethan. - Vámonos de aquí.
Una inmensa sonrisa adornó sus labios. Su perspectiva del día acababa de dar un giro de 180 grados.

La chica de los gatos.

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