lunes, 15 de julio de 2013

Ciento noventa y seis.


Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas. Te darás cuenta de que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa o simplemente nada, sólo por el hecho de disfrutar de su compañía. Aprenderás que si no controlas tus actos, ellos te controlan a ti, y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad. Descubrirás que algunas veces la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayude a levantarte. Entenderás porqué hay personas que besan sin querer y otras que quieren sin saber. Sabrás que hay personas que te defraudarán, otras que te darán lo esperado y otras que te sorprenderán.
Y sabrás que los recuerdos no están muertos; si recuerdas de repente determinados momentos del pasado es porque necesitas devolverles la vida, de vez en cuando. Porque extrañas la sensación que tenías en aquél instante, porque quisieras inconscientemente volver a vivirlo, repetirlo una y otra vez. Puedes olvidar a alguien, pero nunca olvidarás como esa persona te hizo sentir. Pero conforme pasa el tiempo te das cuenta de que es lo que está ocurriendo, si estás haciendo bien o mal, si debes seguir o parar. Haz lo que creas que debes de hacer, pero cuando lo hayas hecho tienes que estar segura y no querer volver atrás. Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder.

La chica de los gatos.

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