Quizá diga la mayor insensatez del mundo, pero no hay peor cosa que dejar que una historia se evapore sin llegar a ser escrita. Y yo, abanderada de impulsos de corazón, estoy viviendo la mayor insensatez habida y por haber, sentada y sin mover ni uno solo de mis músculos. Me quité del medio, arañándome las entrañas y anulando el éxtasis que me provoca verte, y me quedé con esa extraña sensación de que todo había sido tan engañoso como irreal, y tu mano en mi nuca solo era un triste, resignado y obligado saludo. Frustrada me miro en el espejo y, aún creyéndomelo, repito en alto mi frase "el amor es la única filosofía". Y aquí estoy yo, sin amor y con un débil presente, poniendo orden a mi gran caos particular y enumerando todos los vacíos que quizá nunca se lleguen a llenar.
La chica de los gatos.
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