viernes, 12 de julio de 2013

Ciento noventa y tres.


A veces me pueden los sueños y conozco a hombres -quiero decir que me cruzo con ellos- y sin filtro ni credenciales, en un instante, me imagino una vida entera con ellos. La imagen de la felicidad occidental, un despertar en mañanas blancas, entre sábanas con caras de anuncio, y dos niños de la mano; o me los imagino simplemente tapando el frío
En el metro, aeropuertos, bares, librerías, tiendas de ropa, esperando a que se ponga en verde un semáforo, en cualquier lugar, allí están para darme la vuelta a la cabeza por un rato... Si ves a alguno dile que me acuerdo de él.

La chica de los gatos.

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