domingo, 27 de octubre de 2013

Trescientos.


¿En qué momento se convirtió mi vida en una broma?¿En qué momento perdí el zapato, mordí la manzana o dormí cien años para despertarme en este puto sin sentido?¿Qué es lo que me hace no dar crédito, liquidar los sueños a la luz del día, saborear los antiguos sinsabores y amarrarme al puerto de las persianas bajadas? No quiero dejar mis pisadas en la nieve de la vida de nadie, ni la marca roja de mi pintalabios en el cuello blanco impoluto de su camisa. Quiero maremotos, olas de siete metros y mensajes secretos en las servilletas de un bar o en un libro de sopas de letras. Y recibir una carta en blanco, sin remite. No hay nada en este mundo que eche más de menos que el peligro, la complicidad y las quince vueltas de campana en la montaña rusa debastadora de mi vida. Echo de menos una primavera en pleno enero.

La chica de los gatos.

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