¿Y si en vez de quererse TANTO, hubieran probado a quererse BIEN?
Nunca hicieron el amor durante horas. Ni toda la noche. Ni hubo orgasmos de esos que dicen, te hacen subir hasta las estrellas. Pero hicieron el amor muchas veces. En cualquier sitio. Hacían el amor con la mirada. Con los gestos. Con las palabras. Con el corazón. Se querían tanto que no les hacía falta una cama, ni siquiera estar en casa. Porque se querían tanto, que hacían el amor sólo con estar juntos en cualquier cafetería. Hacían el amor a gritos y luego en silencio. Se desnudaban con la ropa puesta y hacían el amor con cada poro de su piel.
La última noche, se follaron. Y ese fue el principio del fin.
La chica de los gatos.
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