lunes, 14 de octubre de 2013

Doscientos ochenta y siete.


Midamos el tiempo en latidos. Lanza el dado y quiéreme, pero hazlo sin prisas. Quiéreme tan despacio que se nos agote la vida entre besos, entre buscarnos a tientas y con calma debajo de las sábanas, para encontrarnos y declararnos la guerra a caricias. Respírame y haz de mis labios una extensión de los tuyos, entremezcla nuestros alientos y convierte mis expiraciones en tus inspiraciones, para llenarte los pulmones de recuerdos, de gemidos que se suicidaron en nuestras gargantas. De mañanas con las piernas enredadas, en las que lentamente y con cariño nos quitamos la ropa y nos abrazamos, silenciamos las manecillas del reloj y nos concentramos en el tic-tac de nuestros pechos... Mañanas en las que jugamos a los exploradores y nos descubrimos recovecos perdidos...
DESCOLÓCAME los lunares. Susúrrame al oído y sorpréndeme en la dirección opuesta de mi cuello. Haz música en mis dedos de teclas de celesta. 

La chica de los gatos.

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