sábado, 3 de mayo de 2014

Ciento treinta y siete.


Por muy limpio que esté un vestido, como caiga una pequeña mancha ya es un vestido manchado. No importa cuantas veces se haya lavado, ni todos los días que haya conseguido pasar sin que nada se derrame encima. Una pequeña gota y toda se arruina... Como la maldad o la mentira. Puedes dedicarte toda tu vida a salvar a otros, y matas a uno y ya eres un asesino. Dices siempre la verdad y un día una mentira y ya eres un mentiroso. La jodida mancha pequeña que arruina toda tu ropa.
Puede haber perdón, la rendición es un derecho para todo el mundo, pero siempre llegará alguno con el comentario de "si lo hizo una vez, lo puede hacer otra". El mal siempre tiene la habilidad de poder volver, el bien no. Por eso cuando el malo hace algo bueno, es una anécdota; cuando el bueno hace algo malo se corrompe y ya nunca más volverá a ser bueno... Basura en realidad. No sé cual es el truco. Intentar no mancharte es imposible. Quizás llevar demasiadas manchas encimas, quizás comprarte un vestido cada día, quizás ponerte uno oscuro con el que se noten menos las manchas.
Todo por las ganas de juzgar, por las ansias de ver como el otro fracasa. Somos lo que somos por lo que hacemos, para bien y para mal, aunque parezca que solo tiene que ser para mal.

La chica de los gatos.

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