jueves, 10 de enero de 2013

Nueve.


Aquí estoy. Apoyada en el mismo banco donde me dejaste. Con la palmadita que me diste aquí, en mi hombro, y la mirada puesta por donde te fuiste. Sí, aquí sigo. Esperándote. No me he ido, es sólo que tú no vuelves. Nadie dijo nada de querer esperar o de pretender volver. Pero en cuanto te fuiste supe que el primero era el papel que me tocaba en esta historia. Que no podría hacer otra cosa hasta que volvieras. Esperarte y desear que tú hayas comprendido cual es tu papel. Porque yo voy a cumplir mi misión. Ésta que alguien ha grabado a fuego en mi corazón. Y si no vienes, si no eres tú quien se acerque, al menos que sea tan parecido a ti que mi corazón cansado de esperar no se de cuenta del cambio.

La chica de los gatos.

1 comentario:

  1. cada vez más resuelto a prolongar la espera,

    y a esperar,

    y esperar,

    y seguir esperando

    con tal de no acercarme

    a la aridez inerte,

    a la desesperanza

    de no esperar ya nada;

    de no poder, siquiera,

    continuar esperando.

    GIRONDO

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