Corrimos demasiado. Quisimos a galope, y esa es la mejor forma de querer para verlo perderse en cualquier esquina de la historia. Si al menos hubiéramos sabido hacía donde corríamos... Y ya no quedó más tiempo para cambiar las líneas de las manos, ni área de descanso donde recurrir al mapa. Sólo besos paliativos, urgencia, adicción. Y entender que no, y dejarnos precipitadamente, a galope. Y no volver a conducir por tus arterias y salir del hielo volviendo a llamar, pidiendo un nuevo asalto. Decías: "la madera siempre quiere arder".
Por mi memoria pasan ahora los buenos momentos, como una manada de elefantes tristes que tardan horas en salir de nuestra vista, y no acierto a saber si fue amor o ganas de arder, ni por que nuestro futuro siempre estuvo tan mal peinado. Si la palabra nosotros alguna vez rimó con sosiego, si busco en otras bocas lo que tuve contigo o lo que no llegué a tener...
La chica de los gatos.
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