A veces me siento frente a la ventana cuando estoy cansada. Miro un punto fijo e imagino la sensación de la brisa en mi cara hasta que tengo la necesidad de que esa brisa se transforme en viento. Viento que mueva, desordene, alborote todo y a pesar de ese caos quede la sensación de que mi vida es una habitación aireada...
Ese viento, ese remolino que tanto necesito...
La chica de los gatos.
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