viernes, 31 de enero de 2014

Treinta.


No le dio tiempo a Cupido a tensar el arco, no le hizo falta disparar. Ya nos habíamos enamorado. Tú de mi inseguridad y yo de todo.
Me dijiste "si no corremos pasará de largo todo esto y hoy tienes que poner a mi nombre todos los besos que te quedan". Me quedé helada, agarraste mi mano y condujiste mi coche hasta tu casa. Hubo confeti en el ascensor. Nos dimos tantos besos que tuvimos que darle la vuelta a la piel cuando no quedaba un centímetro sin besar. La ropa interior dejó de esconder las cosas que más se quieren ver... Esa noche pasaron cosas que no caben en ningún poema.

La chica de los gatos.

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