martes, 7 de enero de 2014

Cuatro.


Es cuestión de tiempo entre desear algo y conseguirlo. El problema es que ese tiempo puede ser eterno. 
Cuando queremos algo lo queremos ya, por algo lo queremos ¿no?
La ansiedad, esa obsesión por que el futuro sea hoy, ese capricho del deseo inminente, esa comida rápida difícil de digerir. Hay que esperar sin desesperar. ¿Y si esperas para nada? No hay que apurarse, porque vale la pena esperarlo.
Yo se que las cosas que importan de verdad necesitan tiempo. Y se que no hay que apurarse. Pero cuando quiero algo necesito señales claras de que eso va a llegar, si no me desespero. La incertidumbre me mata, me vuelve insegura, me hace dudar de si eso que quiero va a llegar alguna vez.
Tal vez por eso necesito alguna prueba, alguna certeza que calme esta ansiedad.
La espera es larga, pero es tan corta la vida. Y uno quiere todo ya. Tal vez por esa ansiedad, uno termina perdiendo justamente eso que tanto quiere. Las cosas que realmente importan llevan tiempo. Las cosas que valen cuestan trabajo, si no, ¿cómo aprenderíamos a valorarlas?
Por esa obsesión de que las cosas sean hoy, ya, como uno quiere, te puedes perder y no ver lo que realmente ya tienes.

La chica de los gatos.

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